Cuando el Sr. Rajoy anuncia en "la" entrevista que no tocará las pensiones, muchos pensionistas se echaron a temblar por dos razones: porque la experiencia dice que este Gobierno hizo lo que prometió no hacer, aunque "no le guste", y porque cualquier pensionista sabe y comprueba que su pensión ya ha sido tocada y bien tocada, pero a la baja. No de manera directa, desde la congelación de Zapatero, pero sí indirectamente cuando se incrementa por debajo de la subida real de los precios o cuando se recurre, por ejemplo, al copago -mejor repago- de medicamentos, amén de otras subidas de consumos básicos, que afectan a los pensionistas más que a nadie. Es decir, desde 2010 las pensiones no han dejado de perder poder adquisitivo y eso, se mire por donde se mire, es un recorte

Empieza ya a argumentarse que no es justo que se recorten ingresos a todo el mundo menos a los "privilegiados" pensionistas, que deben pasar por el aro como están pasando los "privilegiados" funcionarios. Como si lo justo fuese la mordida de los salarios y lo injusto su mantenimiento o su cabal incremento. Incluso empieza a hablarse ya de lo "abultadas" que están las pensiones, comparadas con muchos de los sueldos que se están pagando. Y hay gente que traga, incluso aquí en Galicia, donde más bajas son las pensiones. Esta es la falsa moneda del pensamiento y del razonamiento que emite con notable éxito la derecha neoliberal.

Ahora, pues, vienen, directamente ya, a por las pensiones. Pero no descansemos pensando que solo, o en mayor grado, serán los pensionistas los únicos afectados. No. Los recortes en las pensiones van a acabar con el único asidero o soporte que les estaba quedando a millones de personas y familias. Era ese último recurso de millones de parados que se sostienen con la "ayuda de los viejos"; de tantos ninis que rescatan semanalmente unas pelillas de los abuelos para ir tirando; de tantos usuarios de hipotecas que completan sus cuotas mensuales con la ayuda de papá; de tanto nietos que vuelven a casa no precisamente por Navidad. En fin, lo que ahora peligra no es ya el barco, sino incluso el salvavidas. Y esto sí que es una bomba, si no se logra pararlos.

Hablo de las elecciones gallegas.

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