-¿Cree que en este momento el Mossad ya lo sabrá todo de este periodista, o la leyenda sobre los servicios secretos israelíes es exagerada?

-Es una leyenda que no tiene nada que ver con la realidad. Y como no me pareces un peligro para Israel, no pienso que el Mossad haya de seguirte (risas).

-Es uno de tantos tópicos sobre Israel, que tiene pocos amigos.

-Israel está en una realidad complicada desde su establecimiento como Estado. No disfrutamos de un ambiente regional de mucha amistad. Y, en el último año y medio, los cambios en nuestra región suponen un desafío. A pesar de que tenían un aspecto positivo por la participación del pueblo y la voluntad de democratización, al final ha aumentado el poder de partidos islamistas hostiles hacia Israel. Esperemos que cambie con el tiempo, porque no es agradable.

-¿Y es agradable ser embajador en un país propalestino?

-Es muy agradable ser embajador de Israel en España. Yo encuentro mucha amistad hacia Israel e interés en aumentar las relaciones bilaterales, el diálogo y el intercambio cultural. Israel puede contribuir a generar empleo en España. Importamos mucho combustible de España y todas las locomotoras de Israel se construyen en la fábrica valenciana de Vossloh, que es el primer proveedor de locomotoras de Israel.

-Usted nació en el kibutz israelí de Sasa. Si hubiera nacido en Palestina, ¿se ha preguntado cómo hubiera sido su vida?

-No lo puedo imaginar ni ponerme en la piel de un palestino. Lo que puedo decir es que, si yo fuera palestino, estaría dispuesto a dialogar y negociar con Israel un acuerdo que permitiera convivir a israelíes y palestinos en esta región de forma pacífica.

-Israel tiene una tasa de paro inferior al 7%. ¿Cómo lo hacen y qué aconseja al Gobierno español?

-Procuro no ofrecer consejos a otros? (risas). Israel tiene una economía muy dinámica. La necesidad, la exportación y la innovación son los tres elementos que han permitido a la economía israelí mantener una dinámica muy positiva. Hoy han demostrado ser los mejores motores para la economía en la era globalizada.

-Cataluña se ha fijado en más de una ocasión en Israel como modelo para instaurar un Estado propio

-Prefiero no expresarme sobre el debate de la independencia de Cataluña. Sé que hay muchos catalanes que piensan que Israel es un modelo. Las comparaciones siempre son complicadas y cada uno tiene sus características y su historia. Ahora bien: Israel tiene mucha amistad con Cataluña. También con el resto de España, y la queremos mantener.

-¿Sabe que los catalanes han declarado en alguna ocasión ser "los judíos de España"?

-Sé que en Cataluña hay muchísima gente que se identifica con la historia israelí. Cuando eso es un vehículo para el acercamiento, me parece estupendo. Pero si se trata de fijar la posición de Israel sobre la situación española, ya resulta más complicado.

-Uno de los productos que más exportamos a los israelíes es cerámica. Las lenguas viperinas dirían que es para construir los asentamientos?

-¡Es para todas las construcciones! Todos los seres humanos, sean árabes, musulmanes, judíos o cristianos, necesitan cerámica para construir su casa donde sea.

-El diario israelí Haaretz recordaba hace poco a los judíos cómo era vivir en Barcelona antes de la deportación de 1492. ¿Pesa mucho esa imagen de España en el imaginario israelí?

-No. Es curioso: la expulsión de los judíos de España ha sido uno de los desastres históricos del pueblo judío; el otro, sin comparación, es el holocausto. Precisamente se vio como un desastre porque los judíos estaban integrados en la sociedad, no aislados como en otros países. En cambio, el sentimiento emocional de los judíos hacia España es bastante positivo. Nos suscita nostalgia positiva. De hecho, entendemos las posiciones políticas de España, pero apreciamos a España como a un país amigo.

-Hay 179 judíos que han sido premio Nobel, el 22% del total. ¿El mítico lobby judío ha comprado al jurado o la excelencia forma parte del ADN judío?

-Imagino que tiene que ver con la educación y la cultura judías, que valora la responsabilidad personal y la ambición. Tal vez eso empiece con la tradición de lectura judía: nosotros no tenemos un Vaticano; es responsabilidad privada de cada uno leer e interpretar las palabras de Dios. Esa responsabilidad y la necesidad de desarrollarnos por ser minoría perseguida nos orientó hacia la capacidad intelectual.