Los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia estrenaron la línea ferroviaria Betanzos-Ferrol el 4 de febrero de 1912, para ir a la ciudad departamental a botar un acorazado, a bordo de un tren prestado y pasando bajo arcos triunfales a falta de estaciones que aún estaban sin construir. Hicieron falta manifestaciones de ferrolanos y una campaña en prensa para que finalmente el Estado inaugurase un año después, el 5 de mayo de 1913, esta línea que ya estaba terminada y que los del gremio denominaron durante muchos años, el Ramalillo, por ser un ramal del ferrocarril A Coruña-Madrid.

"Muestra del abandono, incuria, postergación y desinterés que -ya entonces- era proverbial en el tratamiento del Estado a Galicia. ¡30 años para una línea de 42 kilómetros!", señala el ingeniero técnico de Obras Públicas Xosé Carlos Fernández en su libro El ferrocarril en Galicia. La de Ferrol fue la primera línea en ser construida por el propio Estado y tuvo una gran demora por subastas de obras desiertas, expropiaciones de más de tres años y presupuestos escasos del Gobierno.

El Ramalillo son 42 kilómetros de un trazado que atraviesa una decena de concellos, cuatro rías y espectaculares paisajes por un billete de 3,9 euros. Su recorrido es: Betanzos Infesta, Betanzos Ciudad, Paderne (apeadero), Miño, Perbes (apeadero), Pontedeume, Cabanas (apeadero), Franza (Mugardos), Barallobre (Fene), Perlío (Fene), Neda y Ferrol. Desde hace meses, diez concellos, junto con la Diputación, la Xunta, el Gobierno central, Renfe, Adif y diversas entidades públicas y privadas, mantienen encuentros para organizar los actos conmemorativos del centenario del Ramalillo, que se festejará el próximo 5 de mayo.

La preparación de la conmemoración se realiza mientras Renfe anuncia, hace unos días, su plan de reestructuración para ahorrar costes al suprimir hasta 84 servicios ferroviarios a la semana. En la actualidad, la línea Betanzos-Ferrol apenas tiene movimiento, sus estaciones están casi todas cerradas y los apeaderos sin personal. Esta situación contrasta con la de los años treinta del siglo pasado, donde sólo en Betanzos había una plantilla de trabajadores tan grande que incluso publicaban un boletín interno quincenal, El Luchador Ferroviario. Así lo relata en el Anuario Brigantino Arturo Gutiérrez Morán, que fue maquinista de Renfe entre 1962 y 2002, conduciendo locomotoras de vapor, eléctricas y diésel. Su padre fue factor del apeadero de Paderne, que vivió un gran auge entre los años treinta y setenta, al ser zona de carga de productos de la huerta de la comarca para llevar a las guarniciones militares de Ferrol (y que compraban las estraperlistas a los agricultores, según recuerda Gutiérrez Morán).

Este año 2013 se cumplen los 100 años del Ramalillo pero también los 130 de la línea que le dio origen, el Ferrocarril del Noroeste y que se inauguró en A Coruña el 1 de septiembre de 1883 con Alfonso XII y María Cristina. Este mismo año de la inauguración fue también el año en que se aprobó la ley que acordó la construcción del ferrocarril Betanzos-Ferrol que aún tardaría treinta años en ser realidad.

El proyecto sin embargo ya se había ideado sesenta años antes de la inauguración de las obras y contó con el apoyo del eumés Frutos Saavedra Meneses, que fue director general de Obras Públicas (y con calle dedicada en Betanzos) y el impulsor de una junta popular gestora. La construcción se presupuestó en 15,3 millones de pesetas. La ejecución de esta línea de ferrocarril supuso el desvío del inicio de la ría de Betanzos y también el ocaso de sus actividad marítima, según relata el archivero y bibliotecario Alfredo Erias. La empresa cambió el proyecto original y rebajó la altura del puente del tren, por lo que no podían pasar los barcos por debajo.

En 1898 el Concello de Betanzos relataba al Ministerio de Fomento que en sus muelles había barcazas, buques de vela y de vapor que trasladaban frutos, caldos, tenería, cerámica, maderas y abonos. Se habló incluso de un puente giratorio pero finalmente lo que se hizo fue construir un nuevo puerto más abajo tras construir un canal que desviaba el inicio de la ría, donde se cruza el Mendo y el Mandeo. Los nuevos muelles se construyeron en las marismas pero la actividad marinera inició su declive.

El comité organizador de los actos del centenario del ferrocarril Ferrol-Betanzos ya tiene algunos de los eventos conmemorativos preparados. Habrá conferencias, mesas redondas, la publicación de un libro, un concurso fotográfico, un congreso internacional de Asociaciones de Amigos del Ferrocarril y la proyección de una película del viaje inaugural de la línea.

El mismo día que se cumplirán los cien años, el 5 de mayo, una comitiva viajará en un tren de Ferrol, donde colocará una placa conmemorativa, hasta Betanzos, donde se instalará otra. Ese tren en el que viajarán será especial. La comisión trata de conseguir que sea uno histórico, uno de los años veinte del siglo pasado que esté restaurado y que parará en todas las estaciones.

El ingeniero Xosé Carlos Díaz afirma en su libro El ferrocarril en Galicia que actualmente solo el área de A Coruña, Arteixo, A Laracha y Carballo "son capaces de generar tráfico como para hacer rentable una línea de cercanías y proponer la construcción de un ramal de ferrocarril". Hoy en día está en tramitación un trazado para llevar el tren de A Coruña solo a Arteixo, por el puerto exterior.

Díaz recuerda también que hasta los años sesenta la comarca tenía un tranvía o tren ligero que unía A Coruña con Orillamar, Oza, A Pasaxe, O Burgo, Nós, O Carballo, Oleiros y Sada pero la apuesta por el coche lo destruyó. Apunta su esperanza de que sea realidad el actual proyecto de tren ligero de cercanías que proyecta A Coruña y que recuperaría esa antigua línea.