Aunque muchos españoles no lo supieran, el hombre más longevo del mundo era, desde el pasado l2 de junio, un español emigrado a Estados Unidos: Salustiano Shorty Sánchez, natural de El Tejado de Béjar (Salamanca), que falleció en una residencia geriátrica de Grand Island (Nueva York) el pasado viernes a los 112 años y 99 días, según anunció ayer en su página web la funeraria M. J. Colucci and Sons.

El reinado patriarcal de Salustiano Sánchez ha sido breve, algo menos de dos meses, ya que, pese a que su antecesor murió el 12 de junio, él no fue proclamado hasta el día 25 de julio por la organización Guinness World Records, que es la que se encarga de investigar a lo largo del planeta en busca de los seres humanos que más tiempo han logrado burlar a la muerte.

Según los escuetos datos hechos públicos por la funeraria, Salustiano Sánchez vio la luz el 8 de junio de 1901, hijo de Serafín y Baldomera, lo que lo convierte en el primer recordman de longevidad nacido ya en el siglo XX. En declaraciones a Guinness World Records, Sánchez explicó semanas atrás que su extraordinaria buena salud era debida a su costumbre de comerse un plátano todos los días, a lo que habría que sumar, matizaba no sin cierta ironía, una diaria dosis de analgésicos para luchar contra los dolores que lo aquejaban. Por otra parte, su nombre de pila ya resultaba toda una premonición, pues deriva del latino Sallustianus, que significa sano, saludable.

A los 17 años, Salustiano Sánchez emigró junto a su hermano mayor y un grupo de amigos a Cuba, donde trabajó durante algún tiempo en la zafra de la caña de azúcar para luego emigrar a los Estados Unidos, donde entró, como tantos millones de inmigrantes, a través de la célebre isla de Ellis, en la que alza su imponente mole la Estatua de la Libertad.

Salustiano Sánchez se marchó pronto de la Gran Manzana rumbo a Lynch (Kentucky), donde trabajó de minero. A principios de los años treinta se instaló en la orilla oriental de las cataratas del Niágara, situada en el Estado de Nueva York, de donde ya no se movería y donde se casó el 7 de abril de 1934 con el amor de su vida, Pearl Chiasera, que falleció en 1988 y con la que tuvo tres hijos, que le dieron siete nietos, quince bisnietos y cinco tataranietos.

En Niagara Falls trabajó primero en la constructora Scrufari y posteriormente en la Union Carbide, donde se retiró tras treinta años de trabajo ininterrumpido. El centenario recién fallecido era miembro del club español de Niagara Falls y había sido condecorado por el gobernador de Kentucky, Steven Beshear, como "coronel Kentucky", una de las más altas distinciones que conceden las autoridades de ese estado.

En sus últimos años y pese a su avanzada edad, Sánchez, a quien familiarmente se conocía por el apodo de Shorty (bajito), se mantenía muy activo y entre sus pasatiempos preferidos estaban la jardinería, los crucigramas y jugar a las cartas con sus amigos.

Tras conocer la noticia del fallecimiento de su hijo más longevo, la pequeña localidad de El Tejado de Béjar, cuya población asciende a 138 habitantes, anunció ayer que colocará una placa en su honor en el único parque del pueblo, cerca de la casa donde se supone que vivió en su infancia. En El Tejado de Béjar recuerdan que Salustiano Sánchez nació en una familia de herreros, pero apenas nada más. En realidad, no queda vivo nadie que lo haya conocido y quienes guardan memoria de él lo hacen a través de lo que les contaban sus mayores de aquellos intrépidos que decidieron lanzarse a hacer las Américas.