-Qué diferencia entre el Dépor al que usted llegó y el de hoy.

-Total y absoluta. La España de aquella época era también distinta en todo. A veces tardábamos 48 horas en ir a un sitio, hasta doce horas de autobús; dos días y medio para ir a Barcelona. Se jugaba como fuera, con lluvia, sol o barro.

-¿El juego también cambió?

-Lo que cambiaron fueron los terrenos de juego. Hoy le pegas a la pelota y va a donde tú la mandas, no a donde quiere ella. Con el barro teníamos que llevar el pie hasta allá abajo para levantar la pelota y pegarle, por eso se jugaba con pases más largos, porque la pelota corría por el aire, no por el terreno. Hoy se juega con pases cortos.

-¿Le costó adaptarse?

-Bastante. Venía de un país donde caían cuatro gotas y no se jugaba, además no iba nadie. Aquí los campos de fútbol estaban llenos, cayera lo que cayera.

-¿Se enteró por la prensa que lo habían fichado en España?

-Vi en el periódico: 'Moll, al Deportivo de La Coruña'. 'Dónde estará esto', dije. Fue por un periodista amigo de Scopelli, el entrenador del Deportivo, que le había preguntado por un 'entreala'. Me había visto jugar en la selección uruguaya y me recomendó.

-Y le hablaron de las mujeres coruñesas...

-Unos coruñeses que vivían en Montevideo me dijeron: 'te va a gustar mucho la ciudad, además allí las mujeres van a los bares, toman vinos...' Y yo pensé 'eso debe de ser Sodoma y Gomorra'.

-¿Pagaron mucho por usted?

-Unos 20.000 dólares de 1949. Mucho dinero para Montevideo y sobre todo para el club Miramar, que le vino de maravilla.

-Ya ve los fichajes de ahora...

-Una barbaridad. No creo que haya un jugador que valga tanto dinero, porque no juega solo. Con los tiempos que corren es insultante. También es cierto que jugadores como Ronaldo tienen un caché tan alto porque el Madrid le saca mucho partido. Y si le pagan tanto es porque recuperan el dinero y ganan. El Deportivo, con cien millones, podría hacer trece equipos.

-Pasa por mal momento.

-Está muy mal, y no sé cómo se va a arreglar, no veo que repunte.

-¿Cómo se acopló al club?

-Me cansaba mucho por el clima y el fútbol, que era distinto y no conseguía agarrar nunca la pelota. Mi debut en el Deportivo fue ante el Celta y a la primera pelota que me tiraron, de una chilena metí un gol. Fue la única pelota que agarré. La única. Y ya no jugué el segundo tiempo. Estaba cansado y acostumbrado al ritmo de allá, donde todo el rato tocas la pelota, que cansa menos. Me ponían a parir.

-¿Sí?

-Un día Scopelli me llamó y me dijo '¿vos no sabés driblar?'. Y me descargué: 'Mire, voy a buscar la pelota y no me la dan, voy a un lado y la pelota va a otro'. 'Pues a partir de hoy, vas a agarrar la pelota y driblar sin parar', me dijo. Es lo que yo quería, sentir la pelota, tenerla, ser jugador de fútbol. Me acostumbré al clima y a la comida, empecé a ganarme la confianza y a partir de ahí me pusieron muy bien.

-Y aquella Orquesta Canaro...

-Como éramos tres argentinos (Corcuera, Oswaldo y Franco); un uruguayo y Tino, un coruñés de San Pedro de Nós, nos pusieron el nombre de una orquesta muy conocida entonces en Suramérica. Era mi segundo año y yo ya corría mucho, era rápido y tenía mucha resistencia. Conseguimos muchísimos goles y ganamos a casi todos los equipos. Estuvimos a punto de ser campeones de Liga; no lo conseguimos porque suspendieron a Acuña. Una sinvergonzonería.

-Y el Barcelona lo fichó junto a Luis Suárez, ¿por cuánto?

-Creo que por 500.000 pesetas. Nos regalaron. Eran muy burros. Me atrevería a decir que algunos directivos estaban contentos de que nos marcháramos. Luis Suárez tenía 19 años y era ya un jugador extraordinario pero aquí no lo querían mucho. Había unos individuos que mandaban un poco y no les gustaba su juego; querían que jugásemos como el Bilbao.

-El único Balón de Oro español.

-En el Barcelona jugaba pero donde realmente se destapó fue en el Inter de Milán, quizá porque estaba más hecho y le iba mejor su fútbol. Era un jugador exquisito, organizaba y allí encontró a gente que corría para él.

-Una salida abrupta del Celta.

-Había estado enfermo y me hicieron jugar, sin entrenar ni nada, contra el Granada. Yo no estaba en condiciones, perdimos y dijeron que me había vendido. Y me fui.

-¿Fue buen entrenador?

-Tengo un recuerdo muy amargo. El fútbol por dentro es una mierda. No fui buen entrenador porque nunca me saqué el traje de jugador y perdonaba errar un gol.