Los diez empleados del yate Fortuna alcanzaron ayer un acuerdo con la naviera para la que trabajaban, la empresa Unión Naval Valencia, para cobrar una indemnización de 33 días por año trabajado, frente a los 20 días que les ofrecían inicialmente. Sumando las cantidades que pide cada miembro de la tripulación, que depende de la categoría laboral y de los años que estuvo trabajando a bordo del yate de la familia real, la cifra de la indemnización que se reclama suma 1,2 millones de euros.

Tendrá que ser la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Baleares la que decida quién era el patrón de la tripulación, ya que se discute si trabajaban para Patrimonio Nacional o para la empresa Unión Naval Valencia. Esta naviera había firmado un acuerdo con la empresa estatal para hacerse cargo del mantenimiento de la embarcación y, por tanto, asumir la contratación de la plantilla. Los tripulantes denuncian que se ha producido una cesión ilegal de trabajadores, por lo que reclaman que la indemnización por despido improcedente la asuman, solidariamente, tanto Patrimonio Nacional como la empresa naviera.

Nueve de los diez tripulantes del antiguo yate del Rey acudieron a la vista que se celebró ayer, después de que sus representantes alcanzaran un acuerdo con los abogados de la empresa con respecto a los días de indemnización. La plantilla se había negado inicialmente a aceptar la propuesta de la naviera, que les ofreció pagarles una indemnización de 20 días por año trabajado. La empresa dio por terminado el contrato con estos empleados después de que el Rey anunciara su renuncia a seguir disfrutando del Fortuna. La embarcación, que costó 18 millones de euros, fue un regalo que la Fundación Turística y Cultural de Baleares, creada por un grupo de empresarios, le hizo al monarca. El Gobierno balear y los integrantes de esta fundación contribuyeron al pago del yate, que fue botado en 2000.

Los integrantes de la tripulación no se consideran empleados de la naviera valenciana, porque sostienen que las órdenes que recibían con respecto al mantenimiento de la embarcación se las daban siempre los responsables de Patrimonio Nacional. Nunca recibieron una orden de un directivo de la empresa naviera. Una vez alcanzado un acuerdo sobre la indemnización, el abogado de la naviera apoyó la propuesta de los trabajadores de que sea Patrimonio Nacional el que pague este despido. Si los jueces aceptan esta propuesta, la naviera valenciana se ahorraría el pago de más de un millón de euros. La intervención del abogado del Estado durante la vista fue muy breve. El letrado anunció que se aceptará la decisión que adopte la Sala. En esta demanda laboral ni siquiera se plantea la posibilidad de readmisión, ya que el centro de trabajo ha desaparecido, debido a que la familia real ha renunciado al uso de esta embarcación. La indemnización que recibirá cada uno de los tripulantes va en función de los años que llevaban trabajando en el Fortuna y del puesto de responsabilidad que ocupaban en el yate. La suma más alta que se reclama alcanza los 180.000 euros. El último trabajador que se incorporó a la plantilla pide casi 55.000 euros por el despido.

El Rey buscó un modo elegante de despedirse de la tripulación que durante tantos años le acompañó en sus travesías a bordo del Fortuna. El pasado verano, después de que hubiera tomado la decisión de renunciar al uso de la lujosa embarcación, citó a los integrantes de la tripulación para que asistieran a una comida, que se celebró en el palacio de Marivent. Este encuentro lo desveló ayer Vicente Martínez, el mecánico del barco, que se incorporó a la tripulación el año en que el rey Fahd de Arabia Saudí le regaló el yate al monarca español.

Martínez señaló que el último encuentro con el Rey fue "muy natural", aunque no quiso entrar en detalles. Sin embargo, señaló que todos los trabajadores recibieron siempre un trato muy cordial por parte de la familia real.

A la comida acudieron todos los integrantes de la tripulación, que ahora han decidido iniciar una acción conjunta contra la empresa naviera al no estar conformes con las condiciones económicas del despido. El último Fortuna sustituyó a la embarcación que regaló el monarca saudí en 1979. El yate sufrió importantes averías e incluso tuvo que ser remolcado alguna que otra vez en alta mar por roturas en el motor.