El periodista berciano afincado en Galicia Valentín Carrera ha escrito un libro: Pescanova. Crimen perfecto (Paradiso Gutemberg, 2013), en el que "disecciona el cadáver" de esta empresa tan emblemática de Galicia y todo un símbolo durante tantos años del galleguismo más emprendedor. ¿Qué gallego no se sintió orgulloso alguna vez de Pescanova? Al final todo acaba en una enorme "estafa piramidal deliberada y sistemática" que frustra ese orgullo del que los gallegos estamos tan necesitados y da al traste con proyectos y objetivos, seguramente dignos y nobles, que pudo contener en su día esta iniciativa empresarial. Se realiza aquí una investigación periodística de urgencia, escrupulosamente basada en documentos públicos, forenses, diligencias y autos judiciales o documentos económicos que ponen al descubierto el entramado que ha conducido a una práctica quiebra fraudulenta, con efectos demoledores sobre intereses privados y públicos de muchas personas y sociedades. El periodista pone al alcance del público una grave noticia, que nos afecta a todos, enmarañada en tramas económicas y financieras que no nos es dado desentrañar al común de los interesados, y de las que solo percibimos con claridad el resultado final: la quiebra catastrófica. El cuándo, el por qué y, sobre todo el cómo de lo sucedido, con señalamiento de actores y responsables, es la gran aportación periodística de este trabajo oportuno y "de urgencia". Valentín Carrera hace por nosotros un buen trabajo para informadores e "informandos".

Por lo que yo sé, no es frecuente en Galicia este tipo de libros de investigación periodística sobre temas de candente actualidad, a pesar de que asuntos de interés público no faltan. Además, en este libro se rompe, en cierto sentido, un tabú, se vulnera algo difusamente tenido por intocable y sagrado y se despiertan, sin duda, suspicacias y resistencias que afectan a la natural difusión de un trabajo de enorme interés objetivo. Tampoco es ajeno a estas reticencias el hecho de que este tipo de trabajos sacan a la luz, de alguna forma, nuestras vergüenzas colectivas, lo que no deja de ser una saludable terapia colectiva, porque "lo que pica, sanica".