Si en vida se vio eclipsado por su maestro, Ventura Rodríguez, tampoco tuvo el reconocimiento póstumo merecido, a pesar de ser uno de los más importantes arquitectos neoclásicos nacidos en Galicia. Domingo Antonio Lois Monteagudo (Santiago de Compostela, 1723-Madrid, 1786), coetáneo de Juan de Villanueva, autor del Museo del Prado, y de Francisco Sabatini, uno de los arquitectos del Palacio Real, desarrolló su trabajo en Madrid, a la sombra Ventura Rodríguez, autor del Palacio de Liria (de la Casa de Alba) y diseñador de las fuentes de la de Cibeles y de Neptuno, en el Paseo del Prado.

Una exposición en el Museo del Prado, Roma en el bolsillo, cuadernos de dibujo y aprendizaje artístico en el siglo XVIII, reúne los apuntes romanos de un grupo de ocho jóvenes artistas y arquitectos pensionados en la capital italiana por la Academia de Bellas Artes de San Fernando, entre los que figura Lois Monteagudo, del que se muestran dos dibujos, Casa de campo para un grande (1758) y Crátera con relieve alegórico de la Villa Borghese, de su Libro de varios adornos, que se conserva en la Biblioteca Nacional de España.

La muestra sirve de pretexto para traer a la memoria ahora a este arquitecto escasamente conocido pero importante por "su hondo conocimiento directo del arte antiguo, por su admirable dominio del diseño y, sobre todo, por su capacidad tanto para imaginar lo grandioso como para anticiparse al funcionalismo creando estructuras simplistas", escribe José María Filgueira Valverde en el prólogo al libro del arquitecto e historiador de la arquitectura Luis Cervera sobre la obra de Lois Monteagudo, publicado por la Fundación Barrié en 1985, y que incluye una reproducción facsimilar del libro de adornos de Lois Monteagudo, una serie de apuntes tomados en su estancia en Roma como pensionado posiblemente pensando en futuros proyectos.

Nacido en la feligresía compostelana de Santa María de Loureiro, tuvo entre sus ascendentes familiares que probablemente lo adiestraron en el oficio: Alonso Lois, que a principios del siglo XVII construyó el palacio de Carantoña, y Sebastián Monteagudo, que intervino en los conventos de Vilagarcía y las Agustinas recoletas de Betanzos, además del colegio de los jesuitas de Pontevedra. También se le vincula con Pedro Monteagudo, que trabajó en la iglesia de Sobrado, y con Benito Monteagudo, autor de la capilla del Rosario en la iglesia de Santo Domingo de Betanzos.

Llegó a Madrid sobre 1744, cuando tenía 21 años, y allí asistió al nacimiento de la Real Academia de las tres Bellas Artes, donde recibió enseñanza de los mejores arquitectos de la Corte: Juan Bautista Sachetti, Francisco Carlier, Santiago Bonavía, José Hermosilla, Alejandro González Velázquez y Diego de Villanueva, además de Ventura Rodríguez. Compaginó los estudios con algunos trabajos y se cree que participó en las obras del Real Palacio y en el convento de la Real Visitación, hasta que en 1758 solicitó ser pensionado en Roma. Lo logró tras una oposición, que también ganó Juan de Villanueva. Pasó seis años embebiéndose de clasicismo en Roma. Dibujó el templete de Bramante de San Pietro in Montorio y decenas de cornisas y detalles ornamentales de la arquitectura romana, y fue elegido miembro de mérito de la Accademia San Lucca.

De regreso a Madrid, solicitó entrar en San Fernando pero sólo consiguió ser aceptado con el grado de académico de mérito. Estando en la capital recibió el encargo de dirigir las obras de la fachada de Azabachería de la catedral de Santiago en las que intervenía, entre otros arquitectos, Ventura Rodríguez. Lois añadió algunos adornos que galleguizaron el proyecto del arquitecto castellano.

En la ciudad compostelana, proyectó la Universidad y el Colegio de San Xerome, que no llegaron a construirse, y una casa para el marqués de Viance, en Bóveda (Lugo), cuya ejecución tampoco vio.

Hacia 1772 volvió a Madrid con la idea de hacerse con la dirección de Estudios de Perspectiva en la Academia. No lo logró, pero lo designaron vocal de la Junta de la Academia que velaba por el cumplimiento de las normas de construcción de la Corona, lo cual le llenó de satisfacción pues supuso su reencuentro con Ventura Rodríguez, Villanueva y Machuca.

En esta época dirigió en Granada iglesias de Ventura Rodríguez (Santa Fe, Loja y Vélez), y en los años ochenta proyectó -ahora sí con éxito- la iglesia de Montefrío (Granada), donde también hizo una casa señorial, hoy consistorio. Diseñó una capilla para el palacio del Pardo y el edificio de la Universidad de Granada, tampoco realizados.

No tuvo suerte Lois Monteagudo, cuya figura, en opinión de Luis Cervera, "no ha sido apreciada en su auténtico valor" y su fama quedó oscurecida por la de los grandes genios arquitectónicos que florecieron en su tiempo, pese a que la calidad de su labor fue, sin duda, asegura, "superior a la de muchos arquitectos contemporáneos suyos".