El presentimiento, según el diccionario, es una acción y un efecto que procede de la intuición, de la capacidad de adivinar algo antes de que suceda. También, el título de la segunda película de Santiago Tabernero, basada en la novela homónima de Clara Sánchez, que el riojano ha escrito mano a mano junto a Eduardo Noriega, y en la que, a juego con una intriga de thriller romántico, la seducción llega desde la zona oculta que reluce en la mente de una mujer, en el claroscuro que separa el sueño de la vida.

- ¿Qué hay de este juego de significantes en la película?

-Presentimientos hace una ITV a una relación de pareja que ha pasado un tiempo suficiente para que la rutina entre en su vida. En la película sucede algo que dispara el sentimiento y donde la mentira ha avanzado posiciones. Hay otra pareja dentro del mundo fabulesco que rodea la peripecia, que son los Cortés, con Silvia Tortosa, que simbolizan la pareja libertina que ha construido su relación con pactos de libertad pero que dejan dicho: 'En esta casa se consiente todo excepto la mentira'. Es algo que debe aprender Julia (Marta Etura) si quiere recuperar su amor.

-¿Es oportuno ahora hacer una película de amor?

-Quizá tenga que ver con la crisis, pero las películas destacadas de este año tienen que ver más con personajes en fuga, solitarios, herméticos, con experiencias dolorosas. Es verdad que no hay demasiadas historias de amor en el cine español, y menos aún, que traten de segundas oportunidades. La trama se basa en una pareja en conflicto. Lo que les sucede provoca un viaje angustioso de búsqueda en el que está presente esa segunda oportunidad. Plantea hasta dónde estás dispuesto a llegar para recuperar el amor.

-¿Y hasta dónde se supone?

-Los personajes son gente cotidiana que se convierten en héroes por amor. Félix (Eduardo Noriega) descubre secretos que le vuelven del revés. Los consejeros que les rodean les obligan a replantearse su perspectiva sobre el amor. El personaje de Jaime Chávarri, el doctor, les regala la frase de Balzac: 'Si tú cambias, todo cambia'. Como la de Silvia Tortosa en El mundo de Julia. Aparte de follar más, como dijo Kubrick, a esta pareja les quedan muchos deberes.

-No da paso a la desesperanza. ¿Cree en el ser humano?

-La vida suele ser cruel, y en ciertos momentos hay pocas razones para la esperanza, pero yo sí creo en la frase de Balzac. Los que inventamos ficciones tenemos la oportunidad de provocar esa catarsis para reflexionar. No me gustan los finales edulcorados, sería mentir a la vida, pero ver una luz al final del túnel es lo que andamos deseosos de encontrar. Frente a un problema, ser capaces de resolverlo. Sería cruel que en la ficción los personajes no tuvieran esa oportunidad de que los errores cometidos, una vez asimilados, no permitan mejorar.

-Citan a Kubrick: "Hay algo que tenemos que hacer, y es follar más": ¿La carne se revela como lucidez?

-La carne tiene poder en los mecanismos del deseo. Es un motor de búsqueda, y dentro de lo que me gusta llamar como la cultura del amor, el sexo es un un termostato fiel. Aunque puede funcionar en sí mismo y hay un mercado en torno a ese deseo sin otro aditamento, el sexo es uno de los ases de póquer del mundo de la pareja.

-¿El instinto de ella es el que nos devuelve a la parte animal?

-El personaje de Julia necesita ejercer su presente, ha acumulado demasiada insatisfacción con un marido concentrado en el trabajo. Es más fácil ser workaholic (adicto al trabajo) que loveholic (al amor). El suceso que les ocurre la lleva a ella a vivir en un mundo onírico en el que pone sobre la mesa los conflictos de su vida real. Tiene que enfrentarse a todo para saber cuánto pesa un anillo de compromiso sentimental.

-El cine, la literatura, ¿salvan del abismo?

-Es así. Puesto que la vida es sueño y el sueño es vida, me gustaba esa avanzadilla de lo onírico sobre la base de lo real.

-¿Qué es ficción, qué realidad?

-La vida es una ilusión, pero es lo único que tenemos. Por eso magnificamos cosas que, observadas por un gigante, no valen nada. Tenemos la extraordinaria, perentoria, irremplazable obligación de ser lo más libres posibles, de escapar de cualquier dogma. Soy lo más importante que me ha pasado en la vida y convivo con mis sueños. Somos tan cretinos, que sabiendo que esa experiencia de vida es única, nos hemos puesto un estricto libro de consensos sociales que hacen que seamos incapaces de volar. La gente lúcida es la que consigue gestionar emocionalmente bien su vida despojándose de esos lastres.

-¿El miedo nos mantiene de rodillas?

-El miedo a ser libres. No tanto el miedo al poder, al castigo, al tirano, al yo moral? La libertad da miedo.

-¿Adentrarse en la mente es ejercicio del arte o de la ciencia?

-La ciencia ha avanzado mucho, pero hay una parte inaprensible que tiene que ver con nuestros recursos emocionales. Cada uno somos pequeños misterios. Hay mucho de mirada creativa sobre la mente humana.