La gran dama de la canción europea presenta Forever. The love poems of Pablo Neruda, su más reciente trabajo discográfico en el que adapta a géneros de gran raigambre popular, como el tango, la chanson o el fado. Nacida en Alemania, pero residente en Nueva York, la cantante y compositora también acaba de participar en la última película de Woody Allen.

-¿Cómo surgió la idea de musicar a Neruda?

-Quería hacer algo nuevo, y buscaba poner en marcha un proyecto que uniera poesía y música. Hace tres años ya adapté poemas de Charles Bukowski, y en 1992 canté algunos de Paul Celan en Songbook, el LP que hice con Michael Nyman. Escogí a Pablo Neruda de manera intuitiva. Me interesa su legado político, fue un hombre con convicciones políticas sólidas, que luchó contra el fascismo y la dictadura y resulta familiar para el público europeo, porque estuvo exiliado en Francia e Italia.

-Sin embargo, se ha decantado por musicar poemas de amor.

-No escogí textos políticos porque corría el riesgo de banalizarlos. Encontré con facilidad el ritmo de los poemas y pude usar su estructura de un modo musical. Cuatro meses después de empezar a trabajar, tenía once canciones.

-¿Y muy opuesto a Bukowski?

-El proyecto de Bukowski era más sociopolítico, la música estaba muy relacionada con el jazz y la vanguardia, mientras que esta vez quería acercarme a Astor Piazzola, a la chanson en la línea de Jacques Brel, a la tradición del fado e incluso a la canción tradicional alemana al estilo de Kurt Weill.

-Ha trabajado con Marcelo Nisinman. ¿Por qué lo escogió?

-Quería un asistente para las armonías, porque yo escribí todas las canciones y las composiciones vocales. Marcelo es un gran compositor, pero no escribe canciones. De hecho, surgieron algunos conflictos durante la colaboración y al final continué sola con el proyecto. Él es un compositor muy abstracto, y yo necesitaba algo muy emocional, dulce y melódico.

-¿Queda algo suyo en el disco?

-Es un fantástico bandoneonista, y estuvimos un año de gira juntos, tocando repertorio de Piazzola, así que nos hicimos amigos y me encantó colaborar con él. Pero sus composiciones son muy abstractas. Ni siquiera está en el disco. Teníamos visiones muy diferentes del repertorio y, obviamente, la mía era la principal, porque es mi proyecto. Después de muchos años he aprendido que no puedo comprometer mi visión de las cosas.

-En este disco canta en castellano. ¿Ha sido difícil?

-Ya cantaba las canciones de Piazzola en castellano, así que estoy acostumbrada. Me gusta, es un idioma con sangre y alma, aunque no lo he desarrollado bien y lo hablo a trompicones.

-Después de grabar con Michael Nyman, cantar a Kurt Weill o actuar en musicales como Chicago, ¿es difícil encontrar nuevos retos?

-Sí, estoy acostumbrada a cantar el repertorio más grande del último siglo, especialmente el europeo, pero me gusta formar parte de la creación de algo nuevo que pueda llevar mi firma. Llevo quince años componiendo y disfruto mucho con mi propia música. Ahora estoy trabajando en un nuevo proyecto, en el que colaboraré con Paulo Coelho, un escritor fantástico.

-¿Cree que pasar de intérprete a compositora ha sido el paso más grande de su carrera?

-Es algo completamente diferente. Y puedo hacerlo porque me siento muy cómoda cantando, improvisando, actuando, conectando texto y música. En eso soy una experta, llevo treinta años subiéndome a los escenarios, así que, finalmente, sentarme al piano y componer ha sido una evolución muy natural.

-¿Destierra esa faceta las constantes comparaciones con modelos como Marlene Dietrich, Edith Piaf o Lotte Lenya?

-Son parte de mi historia y de mi repertorio. Es el lugar de donde vengo. Las canciones berlinesas de los veinte o el repertorio francés marcaron el principio de mi identidad artística, pero admito que, como dices, después de treinta años de carrera y de haber hecho tantas otras cosas, resulta muy limitado mencionar siempre esos nombres. Tengo mi propia historia.

-También has trabajado con músicos de rock. ¿Son diferentes al resto?

-Sí, pero también he grabado con músicos de jazz o de world music. Cada uno tiene su propia historia. Y el instrumento también habla por ellos. Siempre disfruto de los músicos con talento.

-El disco Punishing kiss (2000), grabado con Neil Hannon (The Divine Comedy) y con repertorio de Nick Cave, Tom Waits o Elvis Costello, le dio más visibilidad entre la comunidad rock, pero no repitió la experiencia. ¿Por qué?

-Después de ese disco decidí escribir mi propia música. Me gustó cantar esas canciones, pero sentía que entraba en universo ajeno. No era repertorio clásico como el de Kurt Weill o Jacques Brel, y mi identidad no podía salir a la luz con canciones tan personales. Y debo añadir que coincidió con un cambio drástico en la industria. Las compañías decidieron que no deseaban apoyar proyectos alternativos.

-Según parece, has intervenido en Magic in the moonlight, la nueva película de Woody Allen. ¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con él?

-Mi aparición es minúscula, ni siquiera vale la pena hablar de ella. Solo salgo en un plano. Desgraciadamente, Woody Allen estaba más interesado en los diálogos de los personajes que en mi actuación. Me apena un poco que la mayoría de lo que hice no esté en la película. De todos modos, por si te interesa, aparezco cantando una canción alemana de cabaré de los años veinte.