Dani el Rojo será siempre uno de los mayores gánster de la historia de este país, pero desde que salió de la cárcel y consiguió desengancharse del caballo, los porros y el alcohol, le concedió una oportunidad a otro de sus vicios; la literatura. Durante sus años de preso su madre le llevaba libros para matar el tiempo entre aquellas cuatro paredes, iguales durante catorce años, y Dani el Rojo se dio cuenta de que cuando se "metía" en una novela "ya no estaba preso". Atracó cientos de bancos y joyerías, eso sí, sin tiros, sin sangre y siempre dando los buenos días. Ahora publica el que es su tercer libro, su primera novela negra y que esta vez, a diferencia de las anteriores, no es un repaso de su vida delictiva, aunque hay retazos. Con La venganza de Tiburón, Dani el Rojo ha querido dar una vuelta de tuerca a la novela negra. Aquí el protagonista es un preso que sale de la cárcel y los toques de humor jalonan las páginas. "A ver qué dicen los puristas".

-Parece que le ha cogido el gusto a la literatura.

-Sí, aunque en este caso es diferente porque se trata de mi primera novela de ficción. Hasta entonces había contado mi vida novelada, basándome en cosas que yo había hecho, pero cuando Planeta me llamó para ofrecerme una cosa diferente, una novela negra donde el protagonista fuese un preso, la cosa me gustó. Hace cinco años lo único que estaba de moda eran las novelas históricas y las románticas, pero ahora parece que la novela negra también está teniendo su sitio, y mucho es gracias a las grandes semanas negras que se celebran en este país.

-¿Le costó trabajo parir esta historia de ficción?

-Pues a un exdelincuente como yo ¿qué se le puede dar mejor que escribir novela negra?, lo tenía a huevo. En el libro hay asesinatos, hay humor, hay crimen, sexo, drogas, no le falta nada de lo que tiene que tener una novela negra pero quizás a los puristas no les guste. He querido hacer una transgresión de la transgresión, porque hace poco estuve en Buenos Aires en un encuentro de escritores de novela negra y allí se defendió la necesidad de cambiar el modelo. Hay que modernizarse, si no qué coño estamos haciendo.

-Se enganchó a la lectura en la cárcel, ¿logró aficionar a otros presos?

-No soy un hombre estudioso, pero sí muy leído, y esto empecé a cultivarlo en la cárcel. Entré en el 81 y mi madre empezó a llevarme novelas. Hasta entonces yo era mucho de cómic, que era lo que se llevaba en aquella época. Me di cuenta de que cuando leía me sentía libre, y que poco importaba estar privado de libertad si tenías la mente en movimiento. Yo he llegado a estar horas sentado leyendo en chirona hasta que se me dormían las piernas, y luego se lo narraba a mis compañeros porque ellos no querían leer.

-¿Por qué decide Dani el Rojo

-En realidad el primer libro que se publicó no lo hice con mi nombre. No quería disgustar a mis suegros, que seguro que se enfadarían si sabían con quién se había casado su hija. Así que publicamos el libro como si fuera la historia personal de un tal Miguel Ángel Soto García. No fue hasta después con Confesiones, y una vez fallecidos mis suegros, cuando puedo vender la novela explicando que soy yo el protagonista. Pensamos que era mucho más interesante para el lector que el protagonista fuese real y que estuviese vivo. En El gran golpe sí que hago algo más que relatar mi historia, y reflexiono. Yo me di cuenta de que todas aquellas cosas que pensaba que me hacían feliz, como el dinero, las putas o las drogas, ya no me hacían serlo. Y de todo se puede salir, esto es un mensaje para todo el que lo quiera coger.

-Y después sale de la cárcel y Loquillo le ofrece una oportunidad que supo aprovechar muy bien.

-Éramos amigos desde pequeños, él sabía que yo venía de una familia de empresarios, porque las drogas y la delincuencia están en todas las clases sociales. Yo me crié en una familia de clase media y estudié con los Maristas y en La Salle. Cuando Loquillo me vio y supo que me había casado y que no me drogaba me ofreció encargarme del merchandising, y reformé la forma de vender, mejoré el gramaje de las camisetas y dejé de lado los mecheros de plástico para que los fans tuvieran zippos de verdad y me cargué las carteras de plástico para hacerlas de cuero repujado con el logo. Luego abrimos las tiendas online, y al final la cosa fue creciendo hasta que tuve que dejárselo a un colega, porque los famosos ya me pedían que fuese su mánager, que les acompañase en las giras.

-¿Así sin más? ¿Cómo se pasa de las camisetas a asistente personal?

-Por mi carácter y mi manera de ser, date cuenta que el haber sido un delincuente te da un olfato que sabes cuándo la gente trae problemas y cuándo no. Así que yo les acompañaba, encima como sufro insomnio puedo quedarme con ellos hasta las siete de la mañana a base de aguas, mientras ellos se toman lo que quieran. Además soy un tío grande, mido un metro noventa y aunque no era un guardaespaldas sí que he actuado como tal, eso sí, evitando los problemas, lo otro es un enfrentamiento y no me interesa.

-Rosario Flores, Loquillo, Calamaro, Messi. ¿Algún cariño especial?

-Sí, con Calamaro. En una revisión me diagnosticaron cáncer de hígado y estábamos a punto de empezar la gira, así que tuve que llamarlo y decirle que lo sentía mucho pero que tenía que entrar en quirófano y que no podía acompañarle porque el cinturón de seguridad me presionaba la zona hepática. Al día siguiente de saberlo, me llegó un ingreso nuevo de mil euros a mi cuenta, y después se plantó en Barcelona a verme. Dijo que quería comer conmigo una paella, pensaba que venía a despedirse, pero la cosa salió bien.

-Estos bancos que desahucian a la gente ¿merecen un atraco?

-Vaya si lo merecen, lo que pasa que yo ahora no puedo hacerlo porque ya no podría vivir sin mis hijos y mi mujer. La actitud de los bancos me ha ayudado a no tener remordimientos de haberlos atracado, ahora ya no tengo que explicar nada.