Imaginen, amables lectores, que tuviéramos un presidente del Gobierno y, en el más loco de nuestros sueños que, el tal presidente, tras la crisis del ébola, reconociese errores de gestión y anunciase solo cinco medidas concretas y fáciles de entender. A saber:

1.- Solicitar del presidente de la Comunidad de Madrid el cese inmediato de su consejero de Sanidad y anunciar la dimisión o, en su caso, el cese de la ministra Ana Mato.

2.- Recuperación y puesta a punto de un centro de referencia público en el ámbito estatal para combatir enfermedades infecciosas y situaciones de riesgo epidémico, con equipos específicos en todas las comunidades autónomas, dotados con personal especializado y en constante formación y entrenamiento. Las partidas para sostener este servicio público estarían precisa y obligadamente definidas en los presupuestos generales del Estado y en los de las CCAA.

3.- Recuperar el derecho a la atención sanitaria pública y a la tarjeta sanitaria para todos los residentes en España, independientemente de su situación administrativa, regularizada o no.

4.-Incrementar de forma notable las partidas presupuestarias destinadas a la cooperación para el desarrollo, con especial atención a la salud pública en países del tercer mundo y con primordial consideración del continente africano. Impulsar con fuerza una iniciativa similar en el seno de la UE.

5.- Realizar campañas de información, concienciación y formación sobre salud pública para que la gente sepa qué hacer y a quién dirigirse en situaciones de riesgo colectivo y con especial atención a evitar actitudes y comportamientos de estigmatización social.

¿Sucederá algo así? Probablemente no y no descarten que, así como antes se intentó la canallesca culpabilización de Teresa, ahora no se dude en atribuirle al Gobierno y su gestión, o incluso a la misma Ana Mato, la feliz recuperación de su salud. La estudiada alegría contenida de doña Soraya, anunciando la mejora de Teresa, así lo hace prever.

Para que se cumpliese nuestro sueño, revelador de estas generales aspiraciones, haría falta todo un presidente. Para lo que desgraciadamente va a suceder con toda probabilidad, nos llega con lo que hay.