Ángela de la Cruz (A Coruña, 1965) emigró a Londres con 22 años para dedicarse al arte. Pronto llamó la atención con la violencia de sus lienzos rotos y pinturas destrozadas, y fue introduciendo elementos escultóricos en su obra. Ahora, tras sobrevivir a un ictus que la dejó en silla de ruedas, inaugura en la Fundación Luis Seoane, en A Coruña, la muestra Escombros, la primera que realiza en su ciudad natal y que reúne 16 obras, casi todas inéditas en España. Se inaugura mañana a las 20.00 horas y permanecerá abierta hasta el 24 de mayo.

-Antes de iniciarse en la pintura estudió letras en Santiago.

-Empecé haciendo Filosofía porque creía que podía aprender más en esa carrera, y además muchos chicos guapos e interesantes iban a estudiar a esa facultad.

-¿Por qué emigrar después al Reino Unido?

-Me fui a Londres porque todos mis amigos se marchaban allí. Además, me encantaba la música inglesa y me atraía mucho su cultura.

-¿Cómo es su proceso creativo? ¿Qué porcentaje del tiempo dedica a la planificación, a hacer bocetos, a rumiar ideas?

-A mí me inspira la vida en general. Me puede inspirar leer el periódico, ir por la calle, etcétera. Yo pienso en mi obra constantemente, por lo que cuando voy a mi estudio, sé exactamente lo que quiero. La verdad es que no puedo hablar de porcentajes, porque depende mucho de la situación. Pero lo cierto es que, pensar, pienso en mi trabajo en todo momento.

-¿Cuánto tiempo le puede dedicar a una obra?

-Tampoco lo podría precisar. Depende mucho de la obra, así como de la situación.

-¿Tiene sentido hablar de pintura y de escultura?

-Considero que, si la obra de arte es buena, no importa el medio que se emplee.

-¿Tiene un papel el humor y la ironía en su obra?

-Sin duda, el humor es una faceta muy importante de mi obra. Mis creaciones hablan un poco sobre desastres que pueden ocurrir a gente o en situaciones, así que el humor las dignifica.

-¿Y la violencia?

-También tiene un espacio. En un principio empecé destruyendo mis propias obras para encontrar un lenguaje y para quitar grandiosidad a la pintura, al lienzo. También utilicé la violencia para reflejar de alguna manera mis propias emociones. Ahora utilizo en mis creaciones una violencia diferente, es pasiva. Mi trabajo artístico se hecho más elegante y limpio, pero de alguna manera es aún más violento por esta razón.

-¿Y a esa destrucción le confiere un cariz pesimista u optimista?

-En mis obras, la violencia tiene un papel constructivo.

-Mucha gente percibe un cuadro roto como evocativo de peligro y le desasosiega. A usted, ¿le causa más miedo un cuadro que no esté roto o uno que sí lo esté?

-Para mí, el cuadro roto es símbolo de vulnerabilidad. A mí me gusta mucho el arte. No me da miedo.

-¿De dónde surge el motivo para hacer una obra?

-Se genera tanto por las vivencias vividas personalmente como por las causas sociales. Es mi manera de ver el mundo.

-¿Le preocupa que su obra sea malentendida o malinterpretada por el público?

-No. Yo leo las críticas acerca de mi trabajo, pero no me afectan. Hago lo que me da la gana.

-Actualmente trabaja desde Inglaterra. ¿Se plantea volver a su país natal?

-No, actualmente mi vida se encuentra en Londres y no me planteo regresar a vivir y a trabajar en España.

-¿Se siente valorada en su ciudad natal?

-No sé si me valora el público en general. Lo que sí tengo claro es que mis amigos y mi familia sí valoran mi trabajo y mi obra.

-¿Se siente más inspirada por la pintura y escultura históricas o las actuales?

-A mí me gusta el arte en general. No distingo entre arte antiguo o contemporáneo.