Toni Hill (Barcelona, 1966), dedicado a la traducción y al mundo editorial, publicó en 2011 su primer libro, El verano de los juguetes rotos, una novela negra protagonizada por el inspector de los Mossos d'Esquadra Héctor Salgado que vendió más de 100.000 ejemplares y que ha tenido dos continuaciones. Ayer intervino en el festival de literatura Coruña Mayúscula.

-¿Por qué eligió a los Mossos?

-En un primer momento dudé si hacer al personaje policía, podía haberlo hecho periodista, abogado? Pero una vez decidido, los Mossos son los que investigan los homicidios en Cataluña.

-¿Y por qué Barcelona como escenario?

-Para mí es muy cómodo porque la conozco, y tiene una tradición de novela negra importante.

-¿Cómo es su atmósfera?

-Para empezar, ambienté la primera novela en verano porque llevábamos varios años de policial nórdico, y con el calor también se mata, es un puñetazo simbólico en la mesa (ríe). Y Barcelona pretende ser la más europea de las capitales españolas, con mentalidad nórdica. Los barceloneses, sobre todo los de clase alta, pretenden ser parisinos. Se da un contraste entre el paisaje, abierto, y la gente, con un punto distante que viene del simbolismo nórdico y no del mediterráneo. Me gusta ver cómo vivía esa mezcla un argentino trasplantado.

-Cierto, porque Héctor Salgado es argentino de origen.

-Por la psicología del personaje: buscaba que fuese extranjero, y viví un par de meses en Argentina. Quería que hubiera un momento en la primera novela en el que Salgado estuviera totalmente aislado. Aunque en España tiene un hijo y una exmujer, se siente solo, sus raíces no están aquí.

-¿Qué relaciones tuvo con los Mossos para documentarse?

-En la primera novela me costó más; tras un cierto éxito, la gente está más dispuesta a colaborar contigo. Quise saber detalles concretos, otras cosas las deduces. Los pasos de una investigación vienen dados por la lógica. Además, si escribiera con precisión milimétrica, al detalle, no creo que a la gente le gustara. ¡En la realidad hay mucho papeleo, y mucha burocracia!

-Pese al éxito de las novelas, ha cerrado la serie. ¿Por qué?

-Me lo he pasado muy bien escribiendo las novelas, pero no podría seguir, me pondría muy nervioso. La primera novela iba a ser independiente. Tras su éxito, me senté y decidí hacer dos más y parar. Es un tema de necesidad personal, aunque puede que en un futuro retome a Salgado. Una serie larga es interesante porque en cada novela descubres algo distinto del personaje, te centras en un aspecto diferente, pero también creo que la gente se va cansando. A mí, como lector, me pasa.

-¿Qué está haciendo ahora?

-Estoy escribiendo una historia ambientada también en Barcelona pero a principios del siglo XX, con un punto gótico y quizás más de fantasmas que propiamente negra. Es una novela negra sin policías, en la que la trama avanza sola, con los personajes, sin que nadie investigue.

-Acaba sus novelas en suspenso. ¿Aprendió del folletín?

-Supongo que sí. Los Tres Mosqueteros me encanta, posee todos los elementos que tiene que tener una novela de trama.

-Para el asesino, ¿prefiere la maldad monstruosa o prosaica?

-Intenté siempre en las novelas retratar a gente normal envuelta en un crimen. Gente de clase alta, ejecutivos de un laboratorio cosmético, gente que nunca ha estado en contacto con el crimen. Me interesan más las culpas compartidas. Sí, hay un asesino, pero dadas las mismas circunstancias podrías haber hecho lo mismo que él sin ser un psicópata. Al mismo tiempo, por la trilogía sí planea un personaje realmente malo, monstruoso.

-¿También Héctor Salgado es una persona normal?

-Sí, es un señor al que le pasan cosas bastante terribles, pero intenta desesperadamente no convertirse en cínico, descreído? Su lema es: 'Justicia no vamos a hacer, pero al menos, intentemos descubrir la verdad'. Y las novelas policiacas se suelen acabar cuando detienes al sospechoso, ya no sabes si luego aparece un abogado maravilloso y lo absuelven (ríe). En ese tipo de novela policial, hay algo necesario, que es que, aunque la verdad sea incómoda para el sistema o la sociedad biempensante, salga a la luz. El lector quiere creer que hay una justicia en el mundo, y al menos la encuentra en la ficción.

-¿Qué tipos de novela negra hay en España?

-Dos. Hay una que se focaliza en el ambiente criminal, outsiders, y la trama se genera en ese submundo; otros cogemos a un investigador que investiga un crimen ligado a este submundo o no.

-Se dice que la novela negra norteamericana es más optimista con el sistema; la latinoamericana, más cínica.

-Hasta cierto punto, pero hay gran cantidad de historias norteamericanas con corrupción. Pero claro, en países como Argentina, donde la policía tiene un pasado reciente de vinculación a un poder no democrático, o la policía mexicana? Pero como aquí después de la dictadura. Justo después de ella no había héroes policías. Tuvieron que pasar años.

-¿La opinión sobre los Mossos ha ido empeorando?

-Quizás antes la idea de la sociedad era ingenua. En un momento en Cataluña se pensó: 'Estos son los nuestros y no nos van a hacer ciertas cosas'. Luego crean una unidad antidisturbios y funcionan igual que las demás. Pero es un tema complejo porque hay intereses creados, un intento de la prensa de destacar ciertos fallos. Parece que todos los Mossos torturen a gente en la comisaría. Los que yo conozco son gente honesta y responsable, pero hay un cierto corporativismo, podrían desvincularse más rápidamente de ciertos elementos.