Con 9 años Darío Rivas emigró a Argentina desde su Lugo natal en busca de un futuro mejor. Con 17 años, y desde el otro lado del Atlántico, se enteró de que su padre había sido fusilado en España e inició una batalla para recuperar su memoria y sus restos. En 2005 logró exhumar su cuerpo en Portomarín y cinco años después presentó en Buenos Aires una demanda contra la dictadura franquista por los crímenes de lesa humanidad cometidos.

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