Cuando accedí a la noticia del accidente del helicóptero militar que cayó al mar entre Canarias y Marruecos, tuve la sensación de que en nuestras fuerzas armadas menudea el desastre. Lo primero que se me vino a la cabeza fue: "¡Vaya, otra vez!". La misma sensación advertí en varias personas con las que hablé. A lo mejor es solo eso, una sensación, y los accidentes no menudean tanto como parece pero, en todo caso, conviene reflexionar porque los hombres o mujeres que mueren son nuestros hombres y mujeres y los aparatos que fracasan son nuestros aparatos, o desafortunadamente alquilados como aquel del Yak 42 de triste memoria. El presidente Rajoy o el ministro del ramo, o los dos, han dicho que hay que investigar las causas del desastre para tratar de evitarlos en el futuro. Lo que me parece estupendo, pero que, si antes también lo hicieron, parece que fue con magros resultados a juzgar por lo que estos accidentes se repiten. Pero es cierto: se requiere la investigación técnica del accidente para mejorar los aparatos, los medios, los instrumentos y la seguridad de todos ellos. Se requiere también una investigación judicial del siniestro para delimitar responsabilidades que pudiera haber habido, penales o civiles. Pero, además, se requiere una investigación técnica, judicial y, sobre todo, política para evaluar la respuesta dada por las instituciones y personas implicadas, mandos y ministros incluidos, en lo que se refiere a los protocolos de salvamento y a la protección de las personas afectadas. Conviene a todos, pues, saber cómo y cuándo se conoció el siniestro; qué medidas concretas y a qué ritmo se pusieron en marcha, qué efectividad tuvieron y cómo se trató la información a los familiares y a la opinión pública. En definitiva, es necesario investigar y evaluar la respuesta dada para depurar responsabilidades en su caso y, en consecuencia, para mejorar las respuestas en el futuro. Este accidente y, sobre todo su tratamiento, tienen muchos huecos y oscuridades que es necesario cubrir y aclarar desde las instituciones y cuanto antes. Es decir, este asunto, que no puede prescribir, debiera ser asumido por el nuevo Parlamento en cuanto se constituya.