Rocío San Claudio, prestigiosa galerista y comisaria de arte coruñesa, a quien se debe que el archivo fotográfico del universal escritor Julio Cortázar esté depositado actualmente en el CGAI de A Coruña, tenía esta semana una cita en París que jamás olvidará. Un encuentro con el horror que, a pesar de todo, quizás haya salvado la vida de su hija.

La galerista coruñesa, que gestionó durante años la editorial Raiña Lupa en la capital gala y dirige ahora una galería en Barcelona, instaló un stand estos días en la Paris Photo, uno de los principales eventos fotográficos del mundo.

El horror se desató hacia las 11 de la noche del viernes, cuando Rocío cenaba con su pareja y su hija, estudiante en París, en un restaurante cercano a la zona de los atentados. "De pronto, vemos que el local se vacía. La gente llorando, en la calle sirenas por todas partes, la gente desesperada tratando de volver a sus casas. El caos. Nos enteramos entonces de lo que pasa. Mi hija se da cuenta entonces de que tenía varios mensajes en el móvil a los que no había prestado atención. Sus amigos de la universidad, con los que siempre queda los viernes por esa zona, cerca del Bataclan, están preocupados porque dos de ellos están desaparecidos. Mi hija está desesperada. Este viernes faltó a su cita habitual con ellos para ayudarme con el stand en la Paris Photo. A través de WhatsApp se entera una hora más tarde de que sus amigos desaparecidos se encuentran entre las víctimas. Una chica fue ametrallada en las piernas cuando ayudaba a escapar a través de las salidas de emergencia a jóvenes del Bataclan cuando empezaron los disparos. La ametrallaron desde dentro de la discoteca. Al otro amigo le dispararon en la espalda en la terraza del primer atentado, donde murieron 19 personas. La chica está grave y la operaban esta tarde (por ayer, sábado). Del chico no se sabe aún el alcance de la gravedad. Es un horror. Estamos consternados. Y mi hija está destrozada. Tenía que estar allí con ellos, de no haber venido a ayudarme con el stand. Todo su grupo de amigos de la universidad estaba allí. Después supimos que estuvieron retenidos por la policía hasta las cuatro de la madrugada en un bar al lado del Bataclan. Allí había testigos que habían visto cómo un coche con tres o cuatro cómplices de los terroristas se daba a la fuga. Esas horas fueron espantosas, porque los teléfonos no funcionaban y no sabíamos si los amigos de mi hija estaban en el Bataclan con los rehenes".

Uno de los artistas que Rocío San Claudio presenta en su stand de la Paris Photo, Oriol Maspons, acudió a ver el partido entre Francia y Alemania con su hijo de cinco años. "Oyó las detonaciones de los dos terroristas que se inmolaron, pero no se dio cuenta de lo que pasaba. Hasta que vio que la gente se levantaba y empezaba a marcharse desordenadamente y decidió hacer lo mismo. Afortunadamente, pudo salir del estadio por la única salida que quedaba abierta, antes de que lo cerraran a cal y canto. No se enteró de lo que había pasado hasta que llegó al metro".

Rocío San Claudio había notado ya una atmósfera extraña en París en los días previos al ataque terrorista. "Creo que ya estaban sobre aviso. Me sorprendió mucho que había muchísimos militares en el metro con armamento pesado. Recorrían los vagones de arriba abajo sin parar. También en la Paris Photo había un inusual celo en los registros. El viernes, antes del atentado, ya avisaron de que había que entrar con pasaporte en Francia. Estaban sobre aviso de que algo iba a pasar. Y en la calle se nota una enorme ansiedad, la sensación de que aún viene algo más. A mi hija le han dicho que no vaya a clase hasta el jueves. Esto no pasó tras el atentado de Charlie Hebdo. La Paris Photo, que congrega a unas sesenta mil personas y que tenía este fin de semana sus días fuertes, ha sido cerrada pese al enorme perjuicio que esto nos causa a los galeristas. Aún no sabemos cómo vamos a poder sacar las obras expuestas".

París amaneció ayer como una ciudad fantasma. "He ido a dar una vuelta esta mañana (por ayer) y te impresionaba el silencio. El París frenético de los sábados había desaparecido. Estaba todo desierto y cerrado".