Si en Nueva York la colectividad gallega es incluso dueña de una de las salas de fiestas más míticas de la ciudad, el Webster Hall, en París también disfrutó durante un tiempo, aunque no fuese de su propiedad, de un local que, junto a otros emigrantes procedentes de España, sentía como propio, el Bataclan. Ese nombre que se ha hecho tristemente famoso estos días ya antes formaba parte del acervo memorístico de las generaciones de gallegos que fueron a...

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