-¿Un "apocalipsis zombi"?

-Es una metáfora para explicar el estado del capitalismo financiero. Parecía tan prometedor y se convirtió en un apocalipsis zombi.

-¿"La lucha de clases ha vuelto con una violencia salvaje"?

-Durante décadas ignoramos los conflictos sociales profundos, se proclamó el fin de la historia, pero la desigualdad entre las élites -el 1%- y las grandes mayorías es ahora gigantesca. Cuando se reprime un conflicto, acaba por reaparecer con mucha más violencia.

-¿Qué hacer?

-Cambiar radicalmente el enfoque de esta sociedad, basada en el lucro personal. En vez de socializar pérdidas y privatizar beneficios, privatizar las pérdidas y socializar los beneficios. Un modelo en el que la mayoría pueda aprovechar la energía productiva, y no una élite.

-Difícil. El origen del mercado es "canalla", como dice usted.

-Cosas que hoy son normales como la sanidad universal, la educación o las jubilaciones, fueron un desafío al orden establecido y se hicieron a base de limitar el poder del mercado y de las élites, que lo veían un delirio utópico, cosas de perroflautas. Debemos recordarlo y pensar que lo que hoy nos dicen que es imposible es de sentido común y está al alcance de la mano.

-¿La democracia "ha vuelto a ser una idea peligrosa"?

-La izquierda regaló a la derecha el concepto de democracia; era una palabra que se usaba en los consejos de ministros y actos oficiales, y últimamente hemos visto que la democracia radical es una idea escandalosa y peligrosa.

-¿Y Keynes, "subversivo"?

-Lo que da terror a los neoliberales no es tanto Keynes o el idealismo de una izquierda muy radicalizada como los programas de democratización aplicados tras la II Guerra Mundial de empoderamiento popular que permitieron a la clase trabajadora avanzar.

-Milita en CGT y Podemos.

-La desaparición de los sindicatos como actores políticos significativos es una catástrofe. Es muy difícil impulsar un programa de cambio político sin los sindicatos, los que hay o unos nuevos. Y sí, acompaño el proyecto de Podemos porque, con todas sus limitaciones y sus contradicciones, ha abierto caminos que parecían bloqueados, lo cual nos ha dado un optimismo muy grande.

-Levantó grandes expectativas y ahora hay cierto pesimismo. Y no unió a la izquierda.

-Después del 15-M tuvimos esa sensación varias veces. Hay que ser un poco menos miope y ver más allá de estos meses. Las cosas han cambiado muchísimo. En seis años, pasaron cosas que ni imaginábamos, como el cambio en las alcaldías de las tres ciudades más importantes de España y la ruptura del bipartidismo. Que no se haya logrado la unión de la izquierda me importa relativamente. Lo que me importa es que se consiga un desplazamiento de los ejes políticos para impulsar cambios profundos. No es lo que pase el 20-D sino lo que pase el día después porque aunque ganasen, si no tienen el apoyo de una mayoría social que asuma los cambios, para qué. Lo que me importa no es la unidad de la izquierda sino la unidad popular, y esa nos está costando porque la derecha lo está haciendo muy bien.

-¿Ciudadanos es cambio?

-Cuidadanos ofrece una restauración, no un cambio; propone volver a los años noventa, cuando se tenía la sensación de que el esfuerzo del estudio y el trabajo era recompensado con el ascenso social y más dinero, y eso es imposible. Ciudadanos promete una mentira.

-¿Y Podemos?

-Todo lo contrario. Defiende un modelo de sociedad más igualitario que cuestione el poder de las élites y desafíe el régimen de 1978.

-¿Ve personalista a Iglesias?

-No creo que Pablo sea ese monstruo narcisista que a veces se retrata. El personalismo de Podemos -y de otras fuerzas de izquierda- responde al momento que vivimos y a la debilidad de los movimientos populares. Los liderazgos carismáticos tienen mucho peso por la actual desestructuración política. Manuela Carmena y Ada Colau eran muy conocidas pero no han salido de movimientos populares ni del voto asambleario.

-¿Se puede sobrevivir al proceso asambleario continuo?

-Un proceso que requiera héroes políticos a los que les guste estar en asambleas día y noche es poco realista, a la mayoría nos aburre.

-¿Quién es más de izquierda, su padre o usted?

-Mi padre, sin duda. Bueno, no estoy seguro, creo que la más de izquierdas es mi madre. Es una comunista clásica inquebrantable. Yo creo que nos mira a mi padre y a mí como sospechosos revisionistas.

-¿Cómo le influyó ese clima?

-Mi socialización se produjo en un ambiente muy de izquierdas. La gente con la que nos relacionábamos eran militantes antifranquistas o sindicalistas y eso me influyó. No era un gueto, era una vida de lo más normal, porque la política en aquellos años, al menos en Asturias, estaba integrada en la vida cotidiana.

-¿Marx, más vivo que nunca?

-La que esta viva es una tradición materialista que reivindica críticamente el legado marxista. Su retorno es una manifestación de la pobreza conceptual de las teorías sociales y económicas dominantes.

-¿Que es Ladinamo?

-Era un proyecto de autoempleo y activismo cultural [en Lavapiés] que se convirtió en un hobby caro. Tuvimos hijos y se hizo imposible. Hay que ser muy joven y no tener responsabilidades familiares.

-Usted, con tres hijos...

-Tener familia numerosa, cosa muy burguesa antes, hoy es muy complicada. El 50% está en riesgo de pobreza. Merece la pena apostar por proyectos políticos que desafíen el orden establecido, porque el orden establecido te trata muy mal.