Excesivamente desapercibida pasó la muerte reciente (30 de noviembre) de Fátima Mernissi, la socióloga e historiadora feminista marroquí que, por cierto, fue premio Príncipe de Asturias. Prolífica investigadora, escritora y ensayista destacó, sin duda, por sus estudios sobre el Corán desde una perspectiva feminista y de construcción de una sociedad civil madura en el seno del mundo árabe musulmán. Se percató como nadie del papel crucial que la mujer musulmana tiene y, de hecho, está jugando en esa profunda revolución feminista que se convertirá en la vía principal de transformación de las sociedades de cultura islámica. Sus ensayos coránicos son, sin duda, contribución fundamental para el debate dentro del Islam y una aportación impagable.

En los años noventa tuve ocasión de hablar y de discutir con un colectivo de mujeres feministas marroquíes, de muy diversa extracción social, pero todas ellas comprometidas con la lucha por las libertades y por la emancipación de la mujer en un espacio especialmente difícil y hostil y que, sin duda, compartían lucha y pensamiento con Fátima Mernissi. Sus posiciones y su pensamiento eran mucho más avanzados y también más realistas que los de sus compañeros masculinos de inquietudes y de lucha, digamos, más progresistas y se sentían muy ligadas al movimiento feminista mundial, pero tenían muy claro que la dirección de su lucha, la estrategia a seguir, la táctica y los ritmos de su trabajo eran cosa suya. Algo muy en la línea de inteligente madurez que preconizó siempre una Mernissi muy pegada al terreno y a la cultura en la que se deberán producir las transformaciones y las emancipaciones efectivamente liberadoras.

Hoy cualquier observador avisado sabe que no hay cambio positivo posible en el mundo musulmán, Arabia Saudí incluida, sin el impulso, la participación y la presencia primordial de la mujer y que, de hecho, es la mujer la que está activando y promoviendo, con mayor o menor visibilidad, una revolución y una lucha que se hace de abajo arriba: casa por casa, barrio por barrio y país por país. El cambio global estallará cuando la mujer haya hecho su trabajo. Un trabajo que Fátima Mernissi supo ver e impulsar.