Este año el Rey va a tener muy poco tiempo para preparar su discurso de Navidad. No me refiero a sus mensajes más generales, que siempre son una suerte de abstracciones que valen tanto para un roto como para un descosido y son típicas y atópicas. No. Me refiero a las insinuaciones o guiños que suele introducir en la perorata para dar trabajo al día siguiente a comentaristas, editorialistas y exégetas que siempre nos aclaran, o no, por donde van los reales tiros. Hay cosas que ya no podrá insinuar y otras que tendrá que ir asumiendo. Quizá la única alusión que seguro tiene prevista y preparada es la que se refiere a la unidad de España, que no puede faltar y que si faltase sería una novedad que provocaría complejas e inquietantes disquisiciones. En cualquier caso, este año también es favorable para crear expectación en torno al discurso real. El año pasado fue la novedad de su reinado y éste son las novedades que se producen en su reino. Se habla de y se presiente una nueva transición, esta vez de un modelo democrático envejecido y embridado a otro más abierto y participativo. Si esto fuese así, puede estar el Rey bastante tranquilo por estar bastante bien situado. Como lo estuvo su padre que, siendo colocado a la cabeza del Estado por el antiguo régimen, pudo seguir encaramado en la cúpula del nuevo sistema al apostar decididamente por él, haciendo de aquella monarquía otorgada algo útil para la instauración de la democracia. Algo similar, salvando las distancias, sucede con don Felipe que asumió el relevo justo antes del cambio que se está produciendo y, tiene por tanto, tiene la posibilidad de mantener cierta utilidad de la institución monárquica en la medida que apueste decididamente por apoyar la llamada nueva transición que se augura. ¿Habrá este año en el discurso de don Felipe algún signo, insinuación o guiño político en este sentido? Si lo hay no puede ser cosa de estos tres días y es que lo tenía preparado, lo que indicaría una muy lúcida previsión del monarca y, sobre todo, revelaría que don Felipe, como don Juan Carlos en su día, también cuenta con su propio don Torcuato, lo que haría más difíciles y costosas las expectativas republicanas. A ver que dice el Rey este año.