Josefa Álvarez no tuvo fuerzas para soplar ayer las velas de una tarta decorada con su retrato pero sí pudo cantar la Rianxeira y otros temas del cancionero popular gallego. Un tiempo atrás se habría levantado para bailar pero desde hace poco más de un año no puede sostenerse en pie. Lo milagroso en el caso de la abuela de Ourense es que con 110 años no padece ninguna enfermedad, sus analíticas son perfectas y no recibe ningún tratamiento. Ni siquiera ha sufrido una pequeña gripe este invierno. Ella atribuye su secreto a la soltería y su médico, agárrense, no la desmiente del todo.

El doctor Aquilino Vázquez es médico de cabecera en Cartelle y también visita a los ancianos de la residencia de Nosa Señora do Mundil, de Outomuro. Aunque no le prescribe muchas recetas conoce bien a Josefa Álvarez Rodríguez porque es la decana en un geriátrico en el que conviven 36 mayores. Lleva 18 años viviendo allí y con 110 cumplidos ayer su longevidad se ha convertido en un caso digno de estudio para la medicina.

La salud de esta mujer nacida el 16 de febrero de 1906 en Santomé, Ramirás, es milagrosa. No sucumbe a virus ni catarros y no está sujeta a ningún tratamiento. La directora de la residencia, Vicenta Freire, repite una y otra vez maravillada que "no toma ninguna pastilla", solo una vez la tuvieron que ingresar en el Hospital de Ourense porque se cayó y se fracturó la cadera. Pasó sus días de hospitalización y volvió a O Mundil "como nueva". Últimamente le falla el oído y se ha vuelto "olvidadiza" pero sus analíticas son perfectas.

El médico asiente y confirma lo que dice Vicenta: "Está muy bien de salud, no toma nada". Cuando Josefa Álvarez fue consciente de que su vejez era extraordinaria atribuyó su longevidad a la soltería, una condición que ostentó toda su vida por propia decisión. Tuvo algún novio pero nunca quiso casarse y no tuvo hijos. "No aguantar a un home" es, según ella, el secreto.

El doctor Aquilino Vázquez se ríe pero no lo desmiente del todo."La soltería ayuda a las mujeres, sí, pero en el caso muy poco habitual de Josefa influye sobre todo la genética", afirma. Su padre, por ejemplo, falleció con 98 años. Pero además, en la larga biografía de Josefa intervienen otros factores como la vida confortable, el sentido del humor y el optimismo. Esto no quiere decir que su vida haya sido fácil, todo lo contrario, trabajó toda la vida en el campo y lavando ropa a "xornal", pero los últimos 18 años los ha pasado en la residencia, con todos los cuidados. "Ser buena persona, alegre y optimista ayuda a tener una vejez saludable", asegura el doctor. Y de que fue buena persona da cuenta su sobrino, José Álvarez, del que se ocupó cuando este tenía siete años y se quedó huérfano de madre. "Era su hermana y aunque yo pronto me fui a la emigración, la tía Josefa siempre se preocupó por mí y me acogió en su casa", recordó. Ayudó a toda la familia y cuidó a su padre que de mayor se quedó ciego. De los nueve hermanos que fueron, solo queda ella.

Josefa es la segunda persona con más edad de Galicia y la octava más longeva de España. La pasada Nochebuena, Avelina Mouzo cumplió 111 años en Camariñas. La residencia de O Mundil, integrada en la red de geriátricos de la Fundación San Rosendo, celebró por todo lo alto esta fiesta.

Internos y trabajadores disfrutaron de la mañana soleada en un amplio y luminoso salón en el que no faltó la música y el acompañamiento de una pandereteira para Josefa, que se animó a cantar la Rianxeira, A saia da Carolina, Na beira do mar y otras piezas del cancionero popular gallego.

Después de cantar y comer un poco de tarta de cumpleaños, Josefa recordó brevemente retazos de una vida dedicada a "sachar millo, patacas e repolos" y protagonizada por las penurias. "Comía o que podía; e se había, chourizos", recordó. Pero lo que le gustaba era "xuntar xente para cantar e bailar". Su vida ahora es "normal, como la de cualquier usuario en la residencia", destaca la directora. Incluso se disfrazó en Carnaval de "poliño".

Su pasado es lo que mejor recuerda, destaca Vicenta Freire, y es a donde viaja en los talleres de reminiscencia en los que participa en la residencia.

Su memoria a corto plazo está muy deteriorada, aunque conoce a sus seres queridos. Su sobrino, que cada vez la visita menos porque vive en Vigo y también está mayor, le entregó un ramo de flores y le preguntó "¿Quién soy?". Josefa no dudó: "José".