El director coruñés Simón Casal creció escuchando las historias que su abuelo le contaba sobre gallegos que se hicieron ricos con el wolframio en los años 40. Quién le iba a decir a aquel niño que acabaría rodando su primer largometraje sobre esa piedra, Galicia y la Segunda Guerra Mundial. La hazaña lleva el nombre de Lobos sucios y llegará a la cartelera el próximo viernes, día 8, con 40 copias en cines de toda España, lo que supone un éxito para un director novel que estrenó el filme en el Mill Valley Film Festival de California. Allí, recibieron con aplausos e incluso lágrimas esta historia de vida, muerte, esoterismo y amor.

-Las protagonistas se inspiran en personajes reales.

-Las dos hermanas, Manuela (Marián Álvarez) y Candela (Manuela Vellés) están basadas en dos personas distintas. La primera, en una trabajadora de una mina de wólfram en Casaio, en la que está ambientado el filme. La segunda, en una de las hermanas Touza, de Ribadavia, que crearon una red de escape de judíos pasando el Miño, hacia Portugal y América. Fusionamos las dos historias. Hicimos que fueran hermanas y, modificamos el desarrollo de la historia. Creemos que es una historia que merece ser contada.

-Las suben a una noria de la que no pueden bajar.

-Les piden colaborar con espías aliados en un plan de sabotaje de la mina de wolframio a punto de enviar un cargamento a fábricas alemanas. Hubo muchos planes de sabotaje de espías aliados que operaban en Galicia y en la película contamos uno. En este, necesitan la colaboración de trabajadores y presos políticos de la mina, que también era una cárcel. En Casaio, redimían las penas con trabajos forzosos. Al principio, ellas se niegan a colaborar. Son dos mujeres analfabetas pero fuertes, que pueden cambiar el curso de la guerra.

-¿Cree que el papel de Galicia en la II Guerra Mundial y la historia del wólfram son desconocidos?

-Entre la gente joven es muy desconocida esta historia. Pero la gente de más de cincuenta años o nuestros abuelos sí conocieron la fiebre de wólfram, de cómo pueblos se lanzaron a las montañas a cogerlo y venderlo. Lo que se desconoce es la presencia nazi en Galicia. Hubo minas como las de Casaio donde un ingeniero nazi controlaba la producción. Es una historia que permaneció oculta.

-¿Se debería incluir este episodio histórico en los libros de texto?

-Sería importante darlo a conocer en los colegios e institutos. En EEUU, les pareció interesante porque vieron que es una parte de la II Guerra Mundial que no se había contado nunca. Habría también que revisar y analizar la supuesta posición neutral española. Galicia fue un nido de espías y fue muy importante en la contienda. Por otra parte, las minas están abandonadas y se deberían poner en valor.

-Hasta ahora, había hecho cortos y un telefilme. Este es su primer largo que se salda con matrícula.

-Gracias, ha sido un reto muy importante. Cuando estaba en el rodaje, no era consciente de lo que hacía. Es una película de personajes muy coral, que busca tener en tensión al espectador todo el rato, con una trama que mezcla a gente gallega de una aldea, presos políticos, guardia civiles, espías franceses y belgas, un ingeniero nazi en la mina... El rodaje fue una Torre de Babel de hasta seis idiomas. Con medios mucho más pequeños que en Estados Unidos o las grandes producciones alemanas, en cuanto a realismo y alma de los personajes estamos al nivel de esas películas con las que podemos hablar de tú a tú.