Rafael Amargo habla pausado, con sentimiento, sin posturas previas fijadas. El bailaor habla desde el corazón, por la boca y por los ojos oscuros. Reconoce que está siendo muy valiente. En este renacer, ha emprendido un viaje por la creación de un nuevo espectáculo y ha elegido Galicia como punto de partida. La elección no ha sido fatua ni al azar. Confiesa que siente amor por la Escola O Pelouro, en Caldelas de Tui. Con su tropa, desde hace tres días vive, trabaja y siente en el área de turismo rural anexa, la Abadía O Pelouro, a pocos minutos andando del río Miño que ayer visitó para continuar su "terapia".

-¿Dónde y cuándo germinó la raíz de este nuevo espectáculo?

-El proyecto nació de una cosa humana, que es un proceso terapéutico. Desde Navidad, llevo trabajando en mí mismo, escuchándome, con un equipo de profesionales, de médicos. Estuve tomando aire y el resultado de ese esfuerzo orgánico tenía que acabar en arte, sino la vida no tiene sentido; más, cuando eres artista.

-A veces, es preciso parar.

-Este es uno de los proyectos más bonitos de mi vida y nace de un stop, de llevar una vida muy ajetreada, de muchos kilómetros y mucha vorágine, de sentimientos, de mezcla de personas. Parte de algo tan bonito como es la aceptación.

-Habrá sido un proceso difícil.

-Es muy duro pero, a la vez, muy bonito (pausa). Viene de un problema de no saber decir que no. He sido una persona que he disfrutado mucho de lo que venía, con excesos sin marca. Ahora lo puedo controlar.

-La vorágine de la que hablaba, ¿cómo le ha engullido?

-Empecé muy joven en esto del arte. Fui muy precoz. A los trece años de edad, firmaba mi primer contrato. A los 16, actuaba con Lola Flores en Madrid; a los 19, ya estaba viviendo en Tokio y a los 21, en Nueva York. Siempre con compañías privadas, sin ayuda. Ahora, sale este formato de espectáculo con 30 personas. Es mucha gente. Hay muchos sentimientos. Hay que ser valiente.

-¿Y no siente vértigo?

-Tenía que hacer algo para mantener mi marca. Hacía años que no realizaba una producción entera nueva, unos cuatro o más. Ha sido como tocar fondo del estrés.

-¿Por qué eligió Caldelas de Tui, un municipio pequeño, gallego, para preparar con la compañía su nuevo espectáculo de flamenco?

-Esta es la segunda producción que monto en Caldelas y decidí venir porque la primera salió muy bien. Esta vez, quería una residencia creativa, que todo el equipo estuviese junto. El secreto de este trabajo va a ser el estar en familia, que es lo que está uniendo. Todos saben de dónde vengo. Llevamos dos días y medio en Caldelas. El tiempo aquí se detiene. Dos días en Madrid no son nada.

-Es extraordinario verlo aquí.

-Vengo aquí por una cuestión de amor, de amor a Pelouro, a los niños, al proyecto de Teresa. Yo necesitaba estar en un sitio donde estuviera sostenido emocionalmente. Aquí me siento querido. Ojalá esta tierra galleguiña me dé la fuerza para que sea un éxito la obra.

-Mientras mostraba las instalaciones y el área verde de este lugar, comentaba que tiene ya todo el espectáculo en su cabeza, fruto de tres meses de reflexión.

-Vengo con mucho material, con toda la música escuchada. La música será la de Diego Franco y Curro Cueto, Flamenco Silencio Project, y su disco El valor del silencio. Daba la casualidad de que el valor del silencio es lo que he trabajado este tiempo y la banda sonora del proceso es ese disco que fue creando mi resurrección. Es una banda sonora que pone los pelos de punta, simplemente hay que sentarse, escucharla y dejarse morir de amor.

-En los tiempos de sufrimiento, ¿llegó a pensar que no volvería a subir a las tablas?

-He sufrido mucho en silencio, ahora, lo puedo contar. Sabía que sí iba a subir a las tablas, pero no quería subir sin darme cuenta y, antes, no me daba cuenta de que me subía. Trabajé mucho en exceso, con varios espectáculos en paralelo, dos en Barcelona con la oficina de turismo, además de los espectáculos de mi compañía y lo que hacía con cuatro promotores. Había mucha información pero una soledad muy grande. Había perdido mi centro, con mi familia con mis hijos.

-¿Cómo ha sido el casting?

-Fue saliendo de una criba orgánica. Yo contaba con los míos de siempre y me dijeron que no. Las piezas más gordas de mi compañía se han ido pero lo hago con más cariño para demostrar que sigo. Estoy renaciendo, resucitando. Aunque me hayan dejado solo, la casa sigue llena de gente, hay que adaptarse a otros corazones.

-No le pregunté por el título, ¿por qué Sinceramente?

-Hay que empezar así, con mente sincera. No te puedes engañar a ti mismo.

-¿Hasta cuándo seguirán en Galicia?

-Estaremos hasta el 27 aquí. En junio, seguiremos ensayando en Madrid y allí estrenaremos la obra el 7 de julio en La Latina, donde estará en cartel hasta el 21 de agosto. Nos han llamado también de México, Argentina...