Es una de las plumas de oro de la literatura española. En su última novela, Historia de un canalla, reflexiona sobre la sociedad de hoy y emprende un viaje para que los lectores conozcan los entresijos del poder.

-¿Qué le inspira para crear un personaje tan canalla?

-Historia de un canalla quiere ser un reflejo de la sociedad de hoy. Vivimos en un mundo cada vez más individualista. He situado la novela fuera de España para evitar el juego de a ver quién era quién.

-¿Ha sido complicado introducirse en la mente de un personaje tan perverso?

-Yo no lo llamaría perverso. Es un personaje que es un prototipo de lo que es el mundo de hoy. Escribir un libro en primera persona ya es una complicación y es un viaje al fondo de la parte más oscura del ser humano. En este sentido, la exploración del lado más oscuro del ser humano es un clásico en la historia de la literatura. No soy la primera autora que hace este viaje.

-El lector tiene 800 páginas pero es difícil empatizar con el protagonista.

-El objetivo no es empatizar con el protagonista. Es una novela cuyo objetivo es hacer una reflexión sobre la sociedad del siglo XXI, una sociedad en la que han cambiado todos los paradigmas por las nuevas herramientas de comunicación. También es un viaje detrás del escenario para que los lectores conozcan los entresijos del poder.

-Pero su personaje, Thomas Spencer, sabe distinguir el bien y el mal...

-¡Claro! Es un personaje con conciencia, que independientemente de sus errores, se plantea continuamente lo que está bien y lo que está mal. La conciencia llama a su puerta en los últimos momentos de su vida y hace esta reflexión sobre lo que ha hecho y lo que debería haber hecho. Alguien que no tiene conciencia, no hace nunca esta reflexión. Otra cosa es que diga no me arrepiento. Al principio del libro, hace una especie de confesión en la que deja la puerta abierta al arrepentimiento.

-¿Qué papel juegan las mujeres que rodean a su canalla?

-Todos los personajes de este libro son muy poliédricos, muy ambivalentes. Son complicados pero las mujeres son lo mejor de la novela.

-Su protagonista siente rencor a las mujeres. ¿Qué ha querido retratar?

-Lo que he querido retratar es que a veces detrás de un maltratador, lo que hay es un tipo absolutamente débil e inseguro.

-¿Su formación periodística le ha permitido reflejar a la perfección los entresijos del poder?

-Soy una periodista que escribe novelas. Es un libro sobre el poder y no lo hubiera podido escribir sin la experiencia de tantos años haciendo información política.

-¿La comunicación de hoy en día intenta adormecernos?

-Al revés, estamos en una sociedad muy comunicada y lo que nos falta es tiempo para reflexionar sobre lo que nos cuentan. En la red corre de todo y no es fácil distinguir la verdad de lo que no lo es.

-¿Echa de menos el periodismo?

-No, en estos momentos, sinceramente, no. [Risas]Soy una persona poco nostálgica, no me gusta mirar atrás. El periodismo activo es una etapa y ahora no me divertiría nada estar en Las Cortes.

-¿Se atreve a hacer una quiniela para el 26J?

-No. Soy periodista, no profeta.

-¿La política se ha convertido en un espectáculo?

-No, pero corre el riesgo de banalizarse si solamente nos quedamos en la puesta en escena.

-Se ha abierto el debate sobre los debates electorales. ¿Cuál es la mejor opción?

-Los debates son absolutamente necesarios. No solo debería haber un debate, debería haber muchos. En la era de la comunicación, lo de los mítines debería ser más secundario porque solo van los convencidos y a través de los medios de comunicación puedes llegar a más gente.