Rosa Regàs (Barcelona, 1933) comparte recuerdos en Amigos para siempre (Now Books). Entre la Filosofía y sus inicios en la editorial Seix Barral, el suyo es un intenso testimonio de existencia comprometida.

-Al renovarle el pasaporte le impiden que conste su condición de "estudiante" universitaria, algo impensable en la España franquista siendo mujer casada y con hijos. ¿Sentía miedo en situaciones como esta en que el poder patriarcal imponía su "moralidad"?

-No, nunca sentí miedo al enfrentarme a procesos como este, más bien me daba un poco de risa, mucha rabia y si acaso, si me ponía a pensar en manos de quién estaba, un temor oscuro, no al hecho en sí, sino a la dictadura en que vivíamos.

-Le llovieron los premios: Nadal, Planeta, Biblioteca Breve y fue directora de la Biblioteca Nacional. ¿Se considera una privilegiada?

-Me considero una privilegiada porque se me ha concedido vivir, porque me gusta luchar por lo que creo, porque sigo en la brecha por mal que esté la situación. Pero al mismo tiempo me abruma la situación de democracia adulterada en la que vivimos con leyes que nos quitan derechos y aumentan la desigualdad, con políticos corruptos que siguen siendo votados, con la cobardía y el silencio que nos invade como sociedad ante los atropellos de que somos víctima por parte de la Unión Europea.

-¿En qué momento surge la necesidad de teorizar sobre el movimiento feminista?

-La filosofía nos sirve no solo para 'filosofar' sino para entrar en ámbitos de pensamiento y de compromiso de los que hasta entonces solo veíamos la superficie, o lo que es lo mismo, lo que nos imponían las autoridades, sobre todo las eclesiásticas. No hace falta doctorarse en feminismo para llegar a él, te basta con ser mujer y moverte en un mundo de hombres.

-El obispo Cañizares ataca de nuevo al feminismo. ¿Por qué esa obsesión con este tema?

-La iglesia es así, todo lo que le quite el poder la pone furiosa. Tiene miedo a que nos demos cuenta de que su doctrina no tiene nada que ver con Jesús de Nazaret, que jamás puso a la mujer en segundo plano. Esto lo hizo San Pablo, tan amante de cambiarse de camisa. Pero a mí no me preocupa, más bien me gusta que la Iglesia venga a decirnos cómo ha cambiado con los tiempos, lo que no sería más que una maniobra para sobrevivir y conservar el poder.

-En 2005 la República Francesa le concede la Orden de Chevalier de la Légion d´Honneur. ¿Queda España muy lejos de la Ilustración?

-¡Muchísimo! Nosotros no hemos tenido ni Revolución ni Ilustración y encima estamos orgullosos de ello. A veces pienso que sigue vigente lo de 'Vivan las cadenas'. No hay más que ver lo orgullosos que nos sentimos de la corrupción que nos invade, lo que explica que votemos a los corruptos año tras año. Así somos nosotros. Los desastres que nos han ocurrido en la Historia siempre los han ganado la derecha o la extrema derecha y no hemos podido por lo tanto sacar partido de ello. Se diría que nos han sometido más y más cada vez que hemos intentado volver a empezar con esperanza.

-Hizo huelga de hambre con Luis Carandell, Lidia Falcón y Carlos Trías como protesta por las condenas a pena de muerte a unos etarras dictada por Franco. ¿Había entonces más o menos indignación que hoy?

-El consumo de los años que algunos llaman felices nos ha acostumbrado a una comodidad que no se limita a la comodidad del bienestar, sino que se infiltra para invadir nuestro pensamiento y nuestro compromiso. No sé la indignación que había entonces, poca pero estaba ahogada por el miedo al régimen. Hoy la indignación yace bajo otras amenazas, la de perder el trabajo o no encontrarlo.

-Dice que en este país hemos tenido una educación siniestra?

-Sí, creo que hemos tenido una educación siniestra para que nos funcione tan mal el criterio y la lucidez. Los ricos y los políticos que han ido a la escuela privada no aprendieron nada, porque si no serían más educados. Y a los que han ido a la escuela pública tampoco les han enseñado nada. Siempre digo, y me parece que es cierto, que la guerra dejó sin futuro a los que la perdieron, sobre todo a los exiliados, pero a los que la ganaron los dejó sin pasado, y no saben nada, y siguen educando sin pasado.