Novedad en la campaña es sin duda el anunciado debate entre las presuntamente mujeres más principales de los cuatro partidos, también principales, en liza. Las mujeres aún no han roto el techo de cristal de la política, pero se aproximan y lo conseguirán más pronto que tarde. Como las mujeres de la judicatura, que ya lo están haciendo estallar. En cualquier caso el acontecimiento electoral será realmente novedad si las cuatro dirigentes, o al menos alguna de ellas, son capaces de romper, en el fondo y en la forma del debate, el modelo masculino, patriarcal, si no machista, que los hombres políticos ejercen, unos más y otros menos, pero todos demasiado.

Será bueno estar atentos para ver de qué cosas hablan, desde qué punto de vista lo hacen y cuáles son las formas de la discusión. Lo decepcionante sería asistir a una confrontación típicamente masculina, patriarcal e incluso machista, solo que protagonizada por mujeres, cosa no descartable porque el mero hecho de ser mujer no te sustrae de la carga histórica, cultural e incluso sicológica que genera el dominio del hombre desde la noche de los tiempos. Es cierto que ser mujer ya es algo positivo en sí mismo, a los efectos de que hablamos, pero no llega para dar la vuelta a la tortilla del machismo cultural, histórico y social en que vivimos todos y todas inmersos y ni siquiera para romper techos de cristal.

Sin embargo, el simple hecho de que este debate se celebre es ya un dato muy positivo, aunque solo sea porque revela y, en el fondo, denuncia el papel todavía secundario que la mujer juega en la política y, además, porque supone un paso adelante que se da porque la sociedad y la opinión lo demandan y porque es una oportunidad para cambiar el discurso reiterativo hasta el tedio, inútil, confuso y cargado de testosterona, que es la que suministra a los políticos su cresta. Ojalá estas cuatro candidatas o, al menos, alguna de ellas no desaprovechen la ocasión. Deberían preparar el debate con la lectura reflexiva de Svetlana Aleksiévic, la premio Nobel ucraniana que supo recoger y trasladar la visión de la política, la guerra, la libertad, la vida o la muerte desde el otro lado de las realidades oficiales y de las concepciones trasnochadamente masculinas.