Ni el reino está tan unido ni la unión es tan europea. No hay vencedores en el referéndum del Brexit. Paz Andrés Sáenz de Santamaría, catedrática de Derecho Internacional, explica que el cóctel que el viernes explotó en las manos del primer ministro británico con la victoria de los opositores a la permanencia del Reino Unido en la UE tenía una dosis de la incapacidad de la Unión para ganarse el aprecio de sus ciudadanos y otra de desapego de muchos británicos por los valores de solidaridad que dan cimiento a la Europa unida.

-¿Sorprendida?

-La verdad es que sí. Aunque se suponía que los resultados iban a ser ajustados, según los sondeos de los últimos días parecía que se había invertido la situación a favor de la permanencia.

-Imaginemos el nuevo escenario. ¿Quién pierde más?

-Las dos partes pierden. El Reino Unido comprobará que en un mundo globalizado la pertenencia a la Unión Europea facilita y potencia los intercambios, refuerza los vínculos económicos, políticos y sociales y proporciona una mejor defensa frente a las amenazas comunes. Por su parte, la Unión Europea se debilita internamente y pierde peso en el ámbito internacional.

-¿Qué ha fallado, algo más que la calculadora de David Cameron?

-Seguramente, que la UE no ha sabido generar el aprecio de la ciudadanía y las crisis recientes pueden haber contribuido a aumentar la desafección. También, que buena parte de los británicos no comparten el valor de la solidaridad que está en la base del proyecto europeo y sienten más apego por la soberanía nacional, que creen que les da más seguridad y defiende mejor sus intereses.

-¿La UE ha minusvalorado la posibilidad de un resultado negativo?

-Creo que no. La UE ha hecho lo que estaba a su alcance para facilitar a Cameron ganar el referéndum; para ello, la decisión de los jefes de Estado y Gobierno sobre un nuevo régimen para el Reino Unido en la UE, del pasado mes de febrero, aceptó las exigencias británicas aún a costa de sobrepasar alguna línea roja. La UE no podía hacer más ante un referéndum convocado sin consultarla.

-¿Cómo debe reaccionar ahora Europa, le cabe alguna otra opción que iniciar cuanto antes el proceso de desconexión?

-Conforme a las previsiones de los tratados, el Reino Unido notificará la retirada al Consejo Europeo; en ese momento empezará a contar el plazo de dos años para negociar la forma de la retirada y las características de las nuevas relaciones entre la Unión y el Reino Unido. Las primeras declaraciones de los representantes de las instituciones comunitarias apuntan a que la Unión está dispuesta a actuar en consecuencia y, por tanto, a poner en marcha el proceso sin dilación.

-¿Qué pasará con Gibraltar?

-Se verá claramente perjudicado, porque sin las ventajas que proporciona el mercado interior desaparecen las ventajas en las que se apoya su condición de centro financiero y de negocios; además, España puede intensificar su control sobre el paso por la verja. En todo caso, sigue siendo una situación colonial sobre la que deben negociar el Reino Unido y España, lo que ocurre es que la nueva situación refuerza la posición negociadora de nuestro país, que ahora puede ofrecer a Gibraltar lo que el Reino Unido ya no le va a poder proporcionar.

-¿Es coherente que se tome una decisión de este alcance con un 48 por ciento de la población en contra?

-La ley británica que regula este referéndum no exige ninguna mayoría específica. Otra cosa es la fractura que este resultado tan apretado pueda crear en la sociedad británica.

-Escocia e Irlanda del Norte votaron por la permanencia. ¿Corre peligro la unión del Reino Unido?

-Este riesgo existe respecto a Escocia. De hecho, ya lo están apuntando algunos de sus representantes. Pero la puesta en marcha de otro referéndum requeriría la adopción de medidas políticas por parte del gobierno británico y, dada la situación actual, es seguro que no estará entre sus prioridades más inmediatas. En cuanto a Irlanda del Norte, dejando a un lado que su estatuto político es distinto, su ministra principal ha dicho que no tienen esa intención. No obstante, no hay que descartar que la mayoría de la población acabe teniendo la tentación de reunificarse con Irlanda para seguir en la UE.

-En Francia, Marine Le Pen ya lo ha celebrado con regocijo. ¿El ejemplo británico puede sentar un precedente capaz de prender en algún otro país?

-En mi opinión, el riesgo no consiste tanto en que otros estados quieran abandonar la Unión cuanto que intenten negociar un estatuto especial aprovechando el precedente británico. Por eso es importante que la Unión muestre una actitud firme ante el Brexit.