Ni avergonzada ni orgullosa, Dana Internacional (Tel Aviv, 1972), primera israelí que ganó Eurovisión, sionista vehemente, cantante y compositora de piezas prohibidas en muchos países árabes como corruptoras de la juventud, vive su transexualidad con una naturalidad alejada del divismo que conquistó en 1998 con la canción Diva en Birmingham.

"La verdad es que no me considero una diva", manifestó ayer la cantante israelí, icono de la comunidad LGTB, en la casa del embajador de Israel en Madrid adonde ha viajado para participar en los actos del Orgullo Gay y donde puso a España como ejemplo de tolerancia, un oasis de respeto en Europa, tras denunciar las persecuciones que aún sufren hoy gais, lesbianas y transexuales en muchos países europeos y en Oriente Medio, en algunos de los cuales la homosexualidad es castigada incluso con la pena de muerte. "A 100 kilómetros de Tel Aviv aún mueren personas por el mero hecho de ser homosexuales", lamentó la embajadora de la comunidad gay, quien aseguró tener muchos amigos en países musulmanes que cuando viajan a Israel disfrutan por primera vez de la libertad.

"Todos los países de Europa, sobre todo los del Este, deberían aprender de España", proclamó la artista, quien se confesó una enamorada de lugares gayfriendly como Sitges, Las Palmas de Gran Canaria, Benidorm, Madrid o Barcelona. "Es un lujo poder pasear a gusto y desnuda por las Dunas de Maspalomas sin sentirte juzgada", comentó Dana Internacional, quien actúa hoy en una gala en la Puerta de Alcalá en la que los copresidentes de InterPride y el World Pride Committee entregarán a Madrid el testigo del World Pride 2017.

Nacida en Tel Aviv como Yaron Cohen, la cantante tuvo muy claro desde pequeña que había nacido en un cuerpo equivocado. "Mi familia lo sabía pero miraba para otro lado, rezando, supongo, porque yo no fuese lo que soy", evoca. "Hasta que un día decidí mostrarme tal y como era". No hubo sorpresas, asegura, aunque sus padres hubiesen preferido una vida diferente para ella. "Mi transformación fue un proceso largo", reveló al tiempo que aconsejaba a los niños y niñas que como ella no se sienten a gusto con sus cuerpos que no se precipiten y tengan paciencia si quieren someterse a una operación de cambio de sexo, algo que ella hizo en 1993. "Yo les recomiendo que crezcan primero y que tengan muy claro lo que de verdad quieren ser porque hay decisiones que no tienen retorno y esta es una de ellas", insistió la artista que ha representado a Israel dos veces en Eurovisión.

La fama que le dio este festival le ha servido para defender los derechos de la comunidad LGTB más allá de su país, una nación de tan solo 68 años, en la que Tel Aviv se ha convertido en un oasis en medio del infierno que sufre la población homosexual y una de las capitales mundiales del cada vez más poderoso lobby gay. "He tenido mucha suerte de nacer en Tel Aviv y de vivir en un país tan tolerante con nosotros", proclamó tras reconocer que a pesar de esa tolerancia, los ultraortodoxos más fanáticos la amenazaron de muerte poco antes de viajar a Birmingham, donde en 1998 se impuso con la canción Diva en Eurovisión.

"Vengo de un país complicado, con muchos problemas, pero en Israel creemos en la libertad y puedo asegurar que el ochenta por ciento de su población tiene una mentalidad muy abierta", resaltó. Lo que digan de ellas los ultrafanáticos ortodoxos no le importa nada. "Está claro que si hubiera nacido mujer, los ortodoxos me atacarían igual, por el hecho de ser mujer", dijo en el salón de la vivienda del embajador israelí. Las canciones de Dana Internacional han sido prohibidas en Egipto y otros países árabes, como presuntas responsables de corromper a la juventud y de formar parte de una maquiavélica conspiración sionista.

Orgullosa de su país y ajena a los que critican su a veces vehemente sionismo, Dana Internacional reconoció que observa con preocupación el giro que ha dado el mundo en los últimos 20 años. "Parece que vuelve el fascismo", lamentó al referirse a los nacionalismos más radicales que triunfan en países como Francia, Austria o Hungría. "El mundo se está girando hacia la derecha más radical y muchos políticos utilizan problemas como el de los inmigrantes para dar más fuerza a este mensaje de intolerancia", denunció antes de lamentar también los atropellos que asegura que sufre la comunidad gay por parte de todas las religiones "que invitan a que se nos trate mal". Ante esta queja, Dana Internacional concluyó con un contundente mensaje: "Todos somos seres humanos e iguales ante los ojos de Dios".