La institución de gobierno de la cosa pública más cercana a cada ciudadano es el ayuntamiento. Se conocen mejor entre ellos los electores y los elegibles y, a la hora de la gestión, la política municipal toca muy de cerca la vida diaria del personal. Entrar, pues, en política accediendo al ayuntamiento es empezar por abajo y, si desde aquí se construyera armónicamente el entramado de la gobernanza en los ámbitos institucionales siguientes, otro gallo nos cantaría. Por todo esto considero muy esperanzador que las izquierdas de Galicia hayan abordado su imprescindible aggiornamento de abajo arriba. Esta renovación cristalizó aquí en las pasadas elecciones municipales cuando En Marea se hizo con tres alcaldías muy significativas e importantes en Galicia, A Coruña, Ferrol y Santiago, que están asentándose y renovando muy notablemente la política y la gestión municipal, aun considerando posibles fallos, errores o insuficiencias, evidentemente superables. Pero lo más acertado es que estos tres alcaldes renovadores se han convertido en una referencia política en Galicia y aún más allá y, además, están dando en el clavo cuando deciden liderar juntos la articulación de una propuesta política nueva, de carácter progresista y unitario, para el gobierno de la Comunidad Autónoma. El éxito de esta política ya está conseguido si consideramos que, a día de hoy, no hay posibilidad alguna de fraguar una alternativa real al PP y a Núñez Feijoo en la que ellos no estén y además liderándola. Ni el PSOE ni el BNG, juntos o separados, están ya en condiciones de ofertar al electorado una alternativa al PP creíble y con posibilidades de éxito electoral. Solo tienen la posibilidad de sumarse, tras las elecciones, a la propuesta impulsada lúcidamente por los tres alcaldes de la renovación, lo que lógicamente deberán hacer en coherencia con ese objetivo que no cesan de proclamar: desplazar al PP de la Xunta de Galicia.

No lo van a tener fácil los tres alcaldes y la candidatura que promueven y se nota ya en el mal ambiente mediático que se respira. Pero han acertado y, antes o después, las cosas irán por ahí o no irán para desgracia de todos, incluso de los que hoy los combaten.