Dicen que las elecciones gallegas serán claves para una salida a la endiablada situación política en España. Es decir, en las elecciones gallegas lo principal y más importante no será la gobernanza de Galicia sino la gobernabilidad de España. Es decir, el 25 de setiembre en Galicia quienes se presentan realmente son Rajoy, Pablo Iglesias y Sánchez, solo que por personajes interpuestos: Feijóo, Luís Villares o Leiceaga. Si Feijóo mantiene la mayoría absoluta, será Rajoy quien baile en un pie o dé saltitos en el balcón y poco le va a importar lo que en Galicia pase, la desfachatez de premiar a Soria o el recochineo que se trajo con el pobre Rivera. La verdad es que también una cuarta parte del PSOE, la de los importantes, y toda la hinchada bipartidista financiera y mediática aplaudirán con las uñas y se desharán en elogios a la sensatez y sentidiño del laborioso pueblo gallego. Por aquí veremos, despendolados, a todos los titulares y, de hecho, Sánchez y Rajoy ya se han dejado ver dando fuelle a los suyos. Quizá lo haga algo menos Pablo Iglesias porque sus huestes son más plurales y lo necesitan menos. No nos llevemos una sorpresa si alguien nos dice que votar a Feijóo es librarse de las elecciones del día de Navidad, es salvar a España y es embridar a los catalanes. Para todo esto, nos explicarán, van a servir las elecciones gallegas si votamos bien, pero si votamos mal todo será un caos, los catalanes serán independientes y chafaremos las navidades. Durante los próximos veinte días los gallegos nos vamos a sentir los más importantes del mundo, descubriremos alucinantes virtudes que ignorábamos tener y recibiremos seguras garantías de que todos nuestros problemas se van a arreglar, además de los tradicionales arreglos preelectorales de nuestras corredoiras tan castigadas. Hasta puede que nos den la gasolina casi regalada, como nos prometiera aquel hijo de Bush padre, si entrábamos en la guerra de Irak. En todo caso, lo que pase en Galicia sí puede ser una encuesta de las que no se cocinan, de las crudas, de las que no se hacen.

No ha muerto aún la vaca de Castealo que tenía aquí el pesebre y las ubres en Madrid, pero es muy posible que esta vieja vaca esté ya seca y no dé ni gota.