Doctora en Sociología, es catedrática acreditada de Universidad y desde 1993 imparte clases de Sociología de Consumo. Dirige el grupo de investigación de Sociología de la Alimentación. Cecilia Díaz es además vicepresidenta del Comité Científico de la Agencia de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición de España. Mañana, el planeta celebra el Día Mundial de la Alimentación.

-Tesis inicial, a confirmar o rebatir: cada día el mundo come mejor.

-Es entrar en valoraciones. La FAO dice que el hambre va en retroceso y que la obesidad va en aumento. Parece una contradicción, pero no lo es tanto.

-¿Engordamos porque comemos mal?

-La obesidad es la nueva manifestación de la pobreza. Siempre estará asociada a una sobrealimentación pero hay otros factores. No se engorda tanto por comer mucho como por comer mal.

-Engordan más los pobres.

-Se podría decir que la obesidad afecta más a grupos sociales de niveles bajos y está adscrita a los más desfavorecidos.

-¿Cómo explicarlo?

-Hay que distinguir dos grupos. Los que se ven obligados a pedir ayuda alimentaria, y los que pueden pagar su comida pero tienen ingresos limitados.

-Vamos con el primero.

-Suponen el corazón de la crisis. Tienen una dieta muy poco variada. Conozco casos de pasarse una semana a pan y leche; buscan alimentos que les hagan sentirse llenos, lo cual supone que los consumos de verduras o pescados son muy pequeños, y no pueden permitirse seguir su cultura alimentaria porque están condicionados a la comida que les aporten. Es verdad que en España se trata de un sector de población excepcional y no hay una ayuda institucionalizada de alimentación. En Estados Unidos, Obama reparte un paquete que da de comer todos los días a cuatro millones de personas. Pues bien, esa ayuda alimentaria engorda.

¿Y el segundo grupo?

-Son las personas cuyo nivel de ingresos es modesto y tienen que adecuar su alimentación a ese dinero. Y eso condiciona. Ahí entra en juego la responsabilidad de la industria alimentaria. Todos somos un poco vulnerables frente a ella. Los productos ecológicos, por ejemplo, llegan a consumidores con posibilidades económicas, que no les importa gastar algo más en su compra. Pero hay mucha gente que no se lo puede permitir.

-En España se ven menos gordos que en otros países.

-España tiene una fortaleza, al contar con una cultura alimentaria de base muy sólida. El concepto de lo que es bueno o malo está presente en la sociedad. En este país se puede comprar barato y comer bien. O, por lo menos, hacer una selección apropiada de los productos que van a constituir nuestra dieta. Pero cuidado con esa idea de que no se ven personas obesas. Probablemente no las ve usted, en su entorno, o yo en el mío.

-¿Dónde están?

-Cuando damos charlas en los colegios nos damos cuenta del tanto por ciento altísimo de niños con un problema de obesidad. Cuando surge este tema siempre se dice que las calles de los Estados Unidos están llenas de personas con obesidad mórbida. Aquí en España las hay, pero no salen de casa porque nuestros entornos urbanos les generan incomodidad. Como ocurría hace algunos años con las personas en silla de ruedas.

-¿Hay obesos porque quieren serlo?

-No me creo el mito de los gordos felices, entre otras cosas porque no somos particularmente tolerantes con la obesidad. Vivimos en una cultura que demoniza los hábitos no saludables.