La diplomática mexicana Patricia Espinosa, secretaria ejecutiva desde el pasado julio de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional junto con el Acuerdo de París, analiza en esta entrevista el "desafío global" del cambio climático.

-¿Cuántas víctimas humanas se ha cobrado ya el cambio climático?

-En este momento hay más víctimas derivadas del cambio climático que de muchos conflictos y guerras en el mundo. En Europa se puede entender de forma mucho más clara pues una buena parte de la migración que está llegando estos últimos meses está vinculada también a efectos del cambio climático. Provoca hambrunas derivadas de sequías y a la degradación de suelos, con una inestabilidad social que repercute en una búsqueda de nuevas salidas para la población.

-Dice que hay 44 islas en todo el planeta en riesgo de desaparecer.

-Así es. Algunas podrían desaparecer completamente, otras quedarían reducidas a territorios muy pequeños y otras, como las Seychelles, perderían dos terceras partes de su territorio habitable. Pero la percepción del problema es muy distinta. No tenemos ese sentido de urgencia pese a que está en riesgo nuestra supervivencia.

-¿Hace falta un pacto global por el agua?

-Sin duda. Es otro de los recursos fundamentales en la lucha contra el cambio climático y uno de los sectores donde más hay que seguir trabajando.

-Los ecólogos hablan de un calentamiento global imparable y apocalíptico, ¿coincide la predicción de Naciones Unidas?

-Nuestras acciones y procedimiento deben fundamentarse en esos conocimientos científicos. Hay que ser realistas, no se puede tapar el sol con un dedo. Sin embargo, nuestra diferente perspectiva tiene que ver más con la reacción ante esa realidad. Los científicos no son personas abocadas a buscar las soluciones a esa problemática que ellos identifican. A veces sí dan orientaciones; el IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático) ha sido la base científica fundamental en este proceso y ha dado orientación pero, en el fondo, las acciones posteriores tienen que apegarse a la realidad de cada país y cada sociedad. Y deben ser planes y programas muy concretos.

-¿Se hace más caso a la ONU que a los científicos?

-No, yo creo que el papel de la ONU y de los científicos es distinto. La ONU alimenta sus procesos y objetivos de las predicciones y evaluaciones científicas.

-El Ártico se derrite, ¿sí o no?

-Esa es una realidad muy bien documentada por los científicos. Los niveles en el mar están subiendo y vamos a tener zonas donde habrá personas que tendrán que ser reubicadas.

-¿Hay que comenzar ya esos movimientos de población?

-Exacto. Muchos países tienen sus mapas de riesgo y ya están tratando de ayudar a la gente a reubicarse pero ahí influye una componente social. En mi país, en México, hay gente que está en lugares que se inundan con frecuencia y tienen mucha resistencia a cambiar su domicilio porque han hecho su vida ahí y les resulta muy difícil entender que mejor no vuelven a poner su casa ahí porque igual se la va a llevar el río.

-¿Hay voluntad política en la lucha contra el cambio climático después del acuerdo de París?

-Hay preocupación y conciencia de que se trata de un reto enorme. Yo lo veo así. Fue decir que íbamos a hacerlo y automáticamente la voluntad política se traduce en acciones. Se trata de un proceso complejo y de largo plazo pero también está influyendo en una gran movilización de la sociedad civil en la lucha contra el cambio climático.

-Los glaciólogos sostienen que podría comenzar una nueva edad de hielo.

-Lo que los científicos han hablado hasta ahora es de calentamiento, no de volver hacia atrás y de lo que se trata ahora es de lograr un equilibrio para que en la segunda mitad del siglo las emisiones que se produzcan puedan ser naturalmente absorbidas por nuestro entorno y que estos gases no sigan provocando un calentamiento mayor de la atmósfera.

-Una de las metas del Acuerdo de París pasa por que el calentamiento se quede a final de siglo muy por debajo de los dos grados respecto a los niveles preindustriales e incluso intentar dejarlo en 1,5. ¿Demasiado ambiciosa?

-Sí, pero se trata de objetivos necesarios. Es importante tener claro hasta dónde tenemos que llegar para garantizar que vamos a tener mínimamente controlado el problema y que no se va a seguir empeorando. Sin duda, podemos decir que es un objetivo ambicioso pero cada vez hay más señales que nos permiten ser optimistas y que vamos a lograrlo.