A bordo de un 4x4 y con el libro Tontorratón quien llegue el último de Gerónimo Stilton como "guía de viaje", el pequeño Abdi recorre el sur de Etiopía en busca de sus raíces biológicas, un periplo de casi 4.000 kilómetros que realiza en apenas un mes, acompañado de su padre adoptivo, Ovidio Fernández, y sus hermanos Abdul y Catarina.

Solo tiene diez años, pero este pequeño etíope, que llegó a Galicia con tres años, siente la necesidad de hurgar en sus orígenes, al igual que un año antes hiciera su hermano Abdul. "Agora, tocábame a min regresar ao lugar donde nacera", dice Abdi en el documental, rodado en gallego.

Por ello, los dos viajan juntos a Etiopía para conocer su etnia, los Gurage, y las costumbres, paisajes y colores africanos. Y este viaje iniciático es el que plasma Ovidio Fernández, reportero gráfico, en el documental Shoots from Abyssinia, o sur, que se estrena esta tarde en el Festival Cineuropa de Santiago. Esta cinta está concebida como la segunda parte del viaje iniciado con Abdul, y que fue el único documental español exhibido en el Film Festival de Nueva Delhi en 2012.

"Si en nuestro primer viaje recorrimos el norte de Etiopía siguiendo la estela del jesuita Pedro Páez (primer europeo que llegó a las fuentes del Nilo Azul, en 1618), en este recorremos el sur, la Etiopía más conocida, la de Las cumbres del Kilimanjaro y Memorias de África", explica el reportero. Y si en la primera incursión en el país africano, tuvieron como guía Historia de Etiopía, obra donde el religioso español recoge su experiencia como misionero en el país, ahora es el ratón más conocido de la literatura infantil, Gerónimo Stilton, el que acompaña a Abdi en su viaje iniciático.

"El libro es un recurso porque la aventura no tiene nada que ver con la nuestra en África, pero era el libro que estaba leyendo Abdi en ese momento y también refleja esa etapa infantil que estaba viviendo", explica.

Con este documental, al igual que con el primero, su director pretende acabar con la imagen estereotipada y falsa del continente negro que se tiene en occidente y reivindicar no solo las raíces de sus dos hijos adoptivos, sino el origen de todos los niños etíopes -unos 700- adoptados en Galicia, mostrando la riqueza natural, histórica y cultural de ese país a través de la mirada inocente y curiosa de un niño que regresa años más tarde desde Europa. "El curioso porque cuando adoptamos a Abdi hablaba amhárico, pero ahora no y eso que lo estudia aquí porque no queremos que pierda sus raíces. Sin embargo, sí que conserva en su memoria los olores, los sabores...", explica Fernández. En este viaje, Abdul hizo de intérprete para su hermano, ya que él si conserva su lengua materna. "Primero adoptamos a Abdi, cuando tenía tres años, y unos años después descubrimos que tenía un hermano mayor, Abdul, por lo que volvimos a Etiopía a adoptarlo. Cuando llegó a Galicia, Abdul tenía diez años, por lo que ya tenía asentado el idioma", explica el realizador.

La inocencia de Abdi impregna todo el documental, ya que el pequeño se cuela en muchos planos en los que no debería salir y que su padre prefirió no repetir. "No quería influir en su reencuentro con sus orígenes, quería que se moviese libremente, que fuera él mismo, y al mismo tiempo mostrar esa espontaneidad de los niños", asegura.

A lo largo de este viaje iniciático, los Fernández conocieron y convivieron con cerca de quince tribus del sur de Etiopía visitaron la capital, Adís Abeba, navegaron por el río Omo y atravesaron el desierto de Danakil, donde soportaron temperaturas de 50 grados centígrados por la mañana y a 35 por la noche. "Fue una experiencia al límite", reconoce el reportero.

Y es ahí, en Danakil, el lugar donde el Homo sapiens dio sus primeros pasos, donde acaba el viaje iniciático del pequeño Abdi por la legendaria Abisinia.