La psicóloga infantil Pepa Horno defiende el acogimiento como "un gesto de amor" que, pese a ser un proceso duro, supone "dar una oportunidad de vida" a los niños. Horno es autora de varios libros sobre desarrollo afectivo y social.

-¿Qué es lo primero que debe asumir una familia que va a acoger a un niño o a una niña?

-Que van a ser padres. Parece lo más obvio, pero es importante entender que, durante el tiempo que el niño esté con ellos, tendrán que ejercer de padres. Lo segundo es que un niño en acogimiento tiene dos familias: la biológica y con la que está en acogimiento; es decir, asumir que el niño o la niña tiene una historia y que necesitará que ellos sean capaces de respetar y de honrar el lugar de donde vienen. A veces, como son historias muy dolorosas y ven el sufrimiento de los niños, a las familias acogedoras les cuesta mucho no juzgar o no condenar a la de origen.

-¿Cómo llegan los niños o niñas a las familias de acogida?

-Depende, no todos vienen dañados. Puede haber niños cuyos padres en un momento determinado tengan una situación de necesidad o estén enfermos y tengan que estar acogidos. No necesariamente van a llegar dañados, pero en muchos casos sí. En muchos casos pueden haber sido maltratados, haber crecido en condiciones de negligencia extrema... Depende del caso, pero como todos, tendrán siempre una historia en la que los padres de acogida no han estado desde el principio.

-¿Cuáles son las claves para un adecuado acogimiento?

-Lo más básico para un niño en acogida es poder confiar; no es poder amar, sino poder confiar en la familia de acogida. Dada su historia, el daño que traen, lo que más les cuesta es volver a sentirse seguros, dejarse ir y confiar en otra persona. Ellos han aprendido a sobrevivir y, en muchas ocasiones, sobrevivir supone estar a la defensiva. No es que no puedan amarles, sino que a veces no pueden permitirse hacerlo. Entonces hay que diferenciar los dos niveles: cómo puedo lograr que el niño se sienta seguro como condición para que luego establezca un vínculo afectivo conmigo.

-¿Y cómo pueden ayudarles las familias a sentirse seguros?

-Primero hay un elemento que tiene que ver con los padres: tienen que lograr paz interior en el sentido de no sentirse atacados ni cuestionados por las cosas que los niños hacen o dicen. Muchas veces un niño que está a la defensiva reacciona mal al contacto físico, no deja que lo abraces, que lo toques, y hay que entender que eso tiene que ver con su historia, no con que te esté rechazando a ti.

-¿Qué más?

-Dar tiempo. El tiempo es fundamental. Los niños en acogida necesitarán tiempo para sentirse seguros y hay que permitirlo; no intentar ni esperar que la relación funcione bien desde el principio y rápidamente. Y lo tercero muy importante es la expresión del afecto permanente, que los niños sientan el afecto en los pequeños detalles, en las rutinas cotidianas, en las palabras, que crezcan en un entorno afectivo desde el principio. Y que el afecto no se cuestione ni se condicione a que se porten bien, sino que sea incondicional. Luego, a lo largo del proceso, surgirán necesidades diferentes en cada niño que tendrán que ser afrontadas.

-¿Esto no deja a las familias con un papel que podría entenderse como pasivo, de estar a la espera sin poder actuar demasiado?

-Tienen que estar presentes con consciencia. En la medida en que pones consciencia en lo que estás haciendo, en para qué lo estás haciendo, y en desde dónde lo estás haciendo, funciona. Lo que tú llamas quedarte pasiva, en un determinado momento puede ser estar a su lado sin apuntarle a ninguna actividad ni hacer nada con ellos, solo pasar el día con ellos de manera que puedan... Por ejemplo, una de las cosas que necesitan los niños de acogida cuando llegan es dormir, porque en algunas ocasiones han estado en situaciones de mucho miedo, de mucho estrés, y para dormir necesitan quedarse tranquilos. Entonces, una de las cosas que los padres tienen que cuidar con mucho detalle son las rutinas antes de dormir. No es un rol pasivo, sino que las pequeñas cosas que no hace en el día a día, hay que hacerlas con mucha consciencia.

-¿Cuánto tardará el niño en sentirse seguro en este nuevo hogar?

-Es imposible saberlo, depende. Hay niños que lo conseguirán rápidamente porque no necesariamente tienen que venir dañados. Y niños a los que les costará años. Depende de sus historias y de las condiciones en las que llegan.

-El acogimiento es un proceso duro para todos, para los niños y para las familias.

-Sí. Lo que hacemos en el acogimiento es dar una oportunidad de vida a estos niños, es un gesto de amor y es una oportunidad de vida para los niños y las familias acogedoras. Lo que estas reciben de los niños, solo quien ha hecho un acogimiento lo entenderá realmente; es un regalo. Pero evidentemente es un proceso duro, porque parte de una herida y esa herida hay que mirarla, no se puede negar, ni pensar que va a desaparecer.

-Como decía antes, una vez que logran confiar en la familia entonces pueden amarles...

-Claro, pero no solo logran amarles: consiguen dormir tranquilos; comer bien; estar quietos en el cole y no moverse permanentemente en la clase; participar en las cosas que se les plantean. Y comienzan a proponer cosas, a mostrar afecto ellos, a besar, a abrazar, a reírse mucho. Cuando un niño se siente seguro empieza a florecer y para la familia es emocionante. Cuando un niño llega triste, apagado, acobardado, no duerme o no come, verle florecer es... Hay cosas que en otros te parecen naturales pero en este caso las ves aparecer gracias a lo que tú haces. Por eso digo que el acogimiento es amor consciente y una oportunidad de vida para todos los que lo viven.

-¿Pero cómo viven las familias que están ayudando a un niño el hecho de que tenga, por ejemplo, que ir a una visita con su familia biológica y eso le pueda suponer un paso atrás en su proceso?

-Este es uno de los temores y de los dolores más habituales entre las familias de acogida: cuando los ven sufrir, cuando ven que de las visitas vuelven removidos. Pero es necesario para estos niños poder mirar la herida, aceptar a su familia. Todo lo que hagamos que tenga que ver con negar o dejar fuera daña al niño. Él necesita aceptar su historia, sea cual sea, para poder desarrollarse bien. Cualquiera necesitamos aceptar nuestra historia, a nuestros padres, sean como sean. Y este proceso es mejor hacerlo de manera gradual.

-¿Por parte de las instituciones o administraciones, hay apoyo a las familias?

-El apoyo de las instituciones tiene que ver con la formación y con el acompañamiento, y esto varía mucho. Hay instituciones que lo hacen claramente y otras que no. El apoyo no siempre existe, varía mucho de un sitio a otro. Acoger a un niño es una opción de amor, pero también una apuesta de vida, no es algo que cualquier familia vaya a poder o a querer asumir.