Los archivos guardan documentos importantes y algunos curiosos, como este que se conserva en el de A Coruña, que da testimonio de cómo un capitán de navío de la Armada española dio libertad a su esclavo negro para que pudiera presentarse a una plaza de clarinetista en el Ayuntamiento de A Coruña, bajo el reinado de Carlos IV.

El bienintencionado amo era Fernando Bernaldo de Quirós y su negro, Benito Palermo Quirós. El esclavo había tomado el nombre de un santo siciliano de su mismo color que antes de llegar a los altares fue fraile franciscano y también era llamado Benedicto el Africano, el Moro y el Negro.

Benito Palermo -el laico- obtuvo el puesto municipal que estaba vacante en ese momento y como clarinetista tuvo ocasión de tocar en actos protocolarios y hacer de pregonero. Sin embargo, la dicha no duró demasiado, pues consta que el liberto murió poco después de conseguir el ansiado cargo en el Ayuntamiento coruñés para el que se había postulado.

Unos documentos guardados en el Archivo Municipal de A Coruña dan fe de este episodio: la instancia de solicitud de la plaza de clarinetista de la ciudad, la carta de compra del esclavo por parte de Bernaldo de Quirós, el certificado del pago de impuestos correspondientes y la carta de libertad otorgada en Oviedo.

"Benito de Palermo, negro de nación natural de Guinea con la veneración y el respecto devido (sic), expone a VSS que haviendo venido a España desde el Guarico francés [colonia gala en el Caribe] bajo la esclavitud de D. Fernando Quirós, capitán de navío de la Armada, a quien en vista de los buenos servicios y arreglada conducta le ha dado por libre, como se puede acreditar y abonan los documentos que presenta, respecto la cual mediante [pide] la plaza de clarinero de esta Ciudad [que] se halla vacante por la muerte de Juan Rial quela servía rendidamente, suplica a VSS se sirvan admitirlo al goce y exercicio de esta plaza que desempeñaría con la m.or capacitud y lo resuelva por [ilegible]", expone en la instancia, fechada en 1803.

El oficio va acompañado de la carta de compra del esclavo por "dos mil ciento cuarenta y cinco luises" al vendedor, el capitán de navío Mr. Wesfbohn. El escrito, de 26 de junio de 1782, en francés, responde a un formulario oficial que atestigua que Bernaldo de Quirós había adquirido "una cabeza de negro" (une téte de Négres), después de dar su conformidad y haber visto y verificado la mercancía, escogida entre "négres, négreffes, négrillons y negrittes".

El documento de pago de tributos acredita que con fecha de 28 de febrero de 1783 Bernaldo de Quirós satistizo "ciento veinte Rs [reales] deducidos de doscientos cincuenta en que fue valuado un negrito muleque que para su servicio le condugeron del Guarico". La documentación se completa con la carta de libertad dada por Fernando Bernaldo de Quirós y Miranda en la capital asturiana al citado Benito de Palermo:

"Por este doi livertad a mi negro Benito de Palermo y le entrego la escritura de compra, fecha en el Guarico, o Cavo francés, y la certificación del pago de alcavala [impuesto que gravaba toda compraventa] a S. M. en La Havana [colonia española entonces], para que con estos documentos pueda hacer constar en cualquier parte que es libre, y por ser verdad lo firmo en Oviedo a cuatro días de enero del año de mil setecientos y noventa y cinco".

Lo firma el capitán de navío, probablemente, asturiano, a juzgar por los apellidos -el topónimo Quirós designa un valle y concejo del Principado de Asturias- a cuyo esclavo le impuso el nombre que mejor le casaba con su credo católico, el de Benito de Palermo, el monje y santo italiano nacido en Mesina en 1524 y muerto en 1589 en Palermo.

Como el liberto de Quirós, San Benito era de origen africano, raza negra e hijo de esclavos. Y también recibió la libertad de sus amos, aunque en su caso nada más nacer. A partir de aquí sus caminos se bifurcan, pues el Benito que alcanzó la santidad, después de ser pastor, ingresó en un convento de Palermo, donde pasó de ser un humilde cocinero a prior y maestro de novicios. Su fama milagrera con los enfermos le sirvió para llegar a santo, y es el patrón de los afroamericanos, pues, al parecer, su paciencia y comprensión ante los prejuicios raciales era grande.