Sube más el recibo de la luz, cuanto más frío hace. Esto es dar en el clavo. El Gobierno, apoyado por el PSOE, saca una fórmula, en realidad, para facilitar que los bancos no tengan que devolver todo lo que birlaron con las cláusulas suelo, a pesar de la sentencia firme que los obliga. A Bárbara Rey los espías españoles le pagaron un pastizal de dinero público para que guardara silencio sobre sus escarceos amorosos con don Juan Carlos. De los 17.680 refugiados que el Gobierno español se comprometió a acoger, no llegan ni a mil los realmente acogidos. Mientras, el refugiado Osama Abdul Moshen, pateado por una periodista húngara y acogido en España, gracias a la iniciativa personal del director de Cenafe, no consigue la reagrupación de su familia por la escasa voluntad política de la Administración. También leo que entre enero de 2014 y abril de 2016 murieron en el Mediterráneo 8.406 personas, tratando de llegar a Europa. Y estas son solo las que están contadas. De hecho en 2015, según Acnur, había en España 0,13 refugiados por cada mil habitantes, mientras en Suecia había 14,66; en Malta, 14,18 y países más pobres y con serios problemas, como Líbano o Jordania, acogían a 208,9 o 89,5 refugiados por mil habitantes respectivamente. También leo que, tras la crisis, en España hay 7.000 nuevos millonarios y tres personas que tienen tanta riqueza como posibles tienen 14,2 millones de españolitos, a los que estar en el umbral de la pobreza o ser mileuristas les sabría a gloria. Claro que la cúpula de Novacaixagalicia tuvo que entrar en la cárcel, condenada a solo dos años de cárcel (condena considerada exigua por el propio Tribunal Supremo) por apropiarse indebidamente de 22 millones de euros en una entidad rescatada con 9 millones de euros de dinero público. Como también fue condenado a un año de cárcel un cantante español por "enaltecimiento del terrorismo" por unos comentarios de Twitter que, según el sentido común, todo lo más que pueden ser es políticamente incorrectos o de mal gusto. Algo parecido a lo que pasó con aquellos titiriteros, que ni siquiera llegaban a esto. Es el código del robagallinas.

Así fue ayer mi repaso de la prensa que, en coherencia, terminó con la lectura de la toma de posesión de Trump.