La italiana, sex symbol de varias generaciones, estuvo la semana pasada en Mallorca para participar en el I Festival de Cine de Autor, que le otorgó un trofeo como mejor actriz internacional por su papel en la película Signora Enrica. En esta entrevista analiza su trayectoria profesional.

-¿Qué le contestó a Marcello Mastroianni cuando le preguntó si estaba enamorada de Fellini o de Visconti?

-Fue algo absurdo. Por aquel entonces él ya estaba casado con Catherine Deneuve. Me cortejó durante mucho tiempo. Una vez, durante una retransmisión televisiva en la que querían darle una sorpresa a Marcelo, nos presentaron. Él se puso de pie y me soltó: "Yo te quería de verdad, Claudia, y tú no me has querido nunca". Entonces, yo le dije: "Marcelo, por favor, compórtate, estamos en directo". Desde ese momento, Catherine Deneuve no me volvió a mirar más, ni a dirigirme la palabra (risas).

-Una foto suya apareció sin permiso en la portada del disco Blonde on blonde de Bob Dylan, aunque en posteriores ediciones se retiró. Al margen de ello, ¿le habría dado el Nobel a Dylan?

-Realmente yo estaba muy contenta por aparecer allí. Fue mi productor quien dijo: "No, la foto no puede aparecer". Me enfadé con el productor porque a mí me gustaba mucho Bob Dylan. En cuanto al premio Nobel: absolutamente, yo también se lo habría dado. Bob Dylan es un artista muy grande y, por tanto, fue bien merecido.

-Es una feminista empedernida.

-Soy embajadora de la Unesco. Defiendo a las mujeres, a los niños, a los homosexuales y a Amnistía Internacional en su lucha contra la pena de muerte.

-Siempre ha despertado muchas pasiones entre los hombres, en especial, de joven. ¿Cómo reaccionaba a ello? ¿Cómo se lo tomaba?

-Ja, ja, ja. Nunca caí en esa trampa [la de los hombres]. Para mí el cine es una cosa y mi vida privada es otra. Él único hombre de mi vida ha sido el padre [Pasquale Squitieri] de mi hija, pero ya no estamos juntos. Yo vivo en París y él ahora está en Italia. A pesar de que se volvió a casar, siempre nos llamamos por teléfono. Siempre me dice que yo soy el amor de su vida. Sin duda, es un gran director.

-¿Cómo vivió la irrupción del realismo cinematográfico italiano?

-Te contestaré con lo que me dijeron Woody Allen y Martin Scorsese. Me confesaron haberse inspirado en el cine de los años sesenta italianos.

-Cuando usted comenzó su carrera en la interpretación, Anna Magnani se consolidaba como un referente total. ¿Se sintió acaso influida por ella?

-Fue una actriz estupenda. Cuando yo empezaba tuvo un buen detalle conmigo. Un día paseaba por la calle, se acercó a mí y me invitó a comer a su casa. Yo tenía 17 años. Era muy joven.

-¿Volverá la época dorada del cine italiano?

-El problema es que en Italia no hay subvenciones para el cine. Por ello hago películas con jóvenes directores que se inician en la carrera cinematográfica, para ayudarles; como lo he hecho con Ali Ilhan en Signora Enrica.

-¿Está ahora con algún proyecto?

-Nunca paro de trabajar. Compagino tres: un filme inglés con Emma Thompson, en Grecia; uno italiano y otro francés.

-De todas sus películas, ¿de cuál está más satisfecha?

-Oh Dios mío... Te diría que El Gatopardo y Hasta que llegó su hora, dirigida por Sergio Leone y protagonizada por Charles Bronson, Henry Fonda, Jason Robards y Gabriele Ferzetti.