Trabajaban con más riesgo que Pinito del Oro. Debían cruzar una estrechísima pasarela cargadas con pesadas cestas sobre la cabeza, de hasta setenta kilos, y a menudo tenían que hacerlo por la noche, cuando la visibilidad era prácticamente nula y el peligro de perder el equilibrio y caer al mar resultaba evidente. Eran las trabajadoras del carbón, que se veían obligadas a hacer jornadas laborales de dieciocho horas y suplicaban "humildemente" al gobernador civil que mediase ante sus patronos, que hacían caso omiso a sus reivindicaciones, entre ellas cobrar las horas extraordinarias.

En una época -a principios del siglo XX- en la que A Coruña era uno de los sitios de España con mayor actividad sindical entre los trabajadores -la mayor parte de militancia anarquista- las mujeres trabajaban en condiciones de esclavitud aún más lamentables, como aquellas coruñesas que descargaban el carbón en el muelle de Linares Rivas y que tenían que recurrir al gobierno provincial para que se hiciese "justicia" con ellas.

Tal fue su hartazgo ante las reiteradas negativas de la patronal, que estas mujeres escribieron el 12 de octubre de 1910 una carta en la que exponían su situación a las autoridades de la ciudad en los siguientes términos:

"Que siendo demasiado excesivo y material el trabajo que a diario ejercen en la cargas a los vapores de pesca de dicho combustible, dándose el caso de éstas desde las siete de la mañana hasta las doce y una de la noche la mayoría de los días y casi en su totalidad, a usted humildemente suplican se digne prestarnos su valiosa influencia para que los patronos del carbón, D. Andrés Souto Ramos, D. Dionisio Tejero, D. Eduardo del Río y D. Sisto Pedregal, accediesen a nuestra reclamaciones que las creemos justificadas".

Las mujeres del carbón reclamaban en primer lugar la supresión del trabajo de noche: "No sólo por estar muy mal retribuido, sino por ser peligroso el pasar las planchas de los barcos con 60 o 70 kilogramos de peso a la cabeza después de haber trabajado nueve horas por el día".

Para poder cumplir con ese horario, subrayaban que debían dejar abandonado su hogar e hijos "durante dieciocho horas, por las nueve horas de trabajo durante el día que tenemos laborables". Advertían que no querían ser juzgadas como "demasiado exigentes", por lo que continuarían la carga o descarga en todos los barcos atracados al muelle pero sólo hasta las cinco y media de la tarde ya que si sobrepasaban ese horario lo considerarían horas extraordinarias que se les tendrían que abonarles aparte.

"Continuaremos la carga o descarga a todos los barcos que se encuentren atracados al muelle antes de las cinco y media de la tarde, contaremos las horas que llevan dichas faenas como horas extraordinarias y sin que estas pasen de las siete de la noche", escriben en la carta.

"Como consideramos justas estas peticiones nombramos a a usted como primera autoridad de la provincia y con el respeto debido, sea mediador en este asunto, pues en caso negativo por parte de dichos patronos nos veremos obligadas a apelar a todos los medios legales que estén a nuestro alcance para lograr lo que justamente reclamamos", amenazan las trabajadoras coruñesas en la misiva, firmada por Rosario Fernández, Obdulia Prego, Carmen Canosa y Mercedes Vidal, en nombre de 90 compañeras del carbón.