La República "redimió a la mujer de su condición de inferioridad lindante con la esclavitud" a que la había sometido el régimen monárquico y, después de muchas discusiones en el Parlamento, le dio derecho a votar. En la primera vuelta de las elecciones del 19 de noviembre de 1933, las mujeres tuvieron ocasión estrenarse en las urnas. La Agrupación Republicana Femenina de A Coruña les pidió que votaran al Bloque Popular de Izquierdas, apelando a la "sensatez y al patriotismo" para que no perdieran los derechos adquiridos.

"Por vuestro propio interés y por el interés de vuestros hijos os pedimos el voto para la auténtica República para la candidatura del Bloque Popular de Izquierdas, que [...] representa en estos momentos un sentido de orden justo y una orientación moderada, frente a las demasías de unas derechas desenfrenadas que fomentan la huelga escolar, que tratan de deponer al presidente de la República y sustituirlo por un general dictador, que tienen entre sus planes la eliminación de los más fervorosos liberales de cada localidad [...] y cuyo advenimiento al poder -afortunadamente imposible- implicaría la represión cruel de guerra civil, la vuelta atrás y el caos", rezaba el panfleto de la junta directiva de la agrupación republicana coruñesa, salido de la Imprenta Obrera, en el número 3 de la calle del Socorro.

Los debates previos a la implantación del voto femenino habían sido acalorados tanto en las Cortes como en la prensa. La derecha invocaba la inmadurez de la mujer para discernir en el juego democrático y algunas izquierdas temían que su voto inclinase la balanza en favor de las fuerzas conservadoras, dado el peso de la Iglesia católica y la escasa instrucción de la mujer.

"Y a la mujer nos dirigimos -decía el pasquín- pidiéndole que ya que la República le dio el voto, ella corresponda dando su voto a la República, segura de que al hacerlo así defiende y salvaguarda sus intereses en el orden nacional y en el internacional".

"En el primero -añade- porque si las mujeres españolas han de esperar leyes protectoras que las amparen, defiendan y dignifiquen, sólo un régimen liberal y democrático y de una forma de gobierno republicano han de emanar esas leyes, que fuera locura esperarla de una ideología y unos gobiernos monárquicos que en largos años de existencia no supieron redimirla de sus condición de inferioridad lindante con la esclavitud".

El clima de enfrentamiento desencadenado por las reformas sociales del Gobierno de Azaña a partir de 1931 y la disolución de la coalición republicano-socialista, había llevado al presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, a la convicción de que el Parlamento ya no representaba a la España de aquel momento, y que eran necesarias unas nuevas elecciones.

Ganó la derecha, favorecida por el nuevo sistema electoral, que premiaba con más votos a las coaliciones. Al contrario que en las elecciones de 1931, la izquierda concurrió dividida y los anarquistas llevaron a cabo una intensa campaña por la abstención. El vuelco respecto a las Cortes Constituyentes fue total.

Unas 6.800.000 mujeres mayores de 21 años tuvieron acceso a las urnas, según el censo. "La participación de la mujer española en los comicios fue, indudablemente, la nota predominante de la jornada. En todos los colegio electorales excedió el número de electoras al de electores, y en algunos en proporciones enormes", publicó ABC.

En los debates previos, muchas habían sido las voces de quienes veían en el voto femenino un peligro para la República. Se oían argumentos como: "El voto hoy en la mujer es absurdo, porque en la inmensa mayoría de los pueblos el elemento femenino, en su mayor parte, está en manos de los curas, que dirigen a la opinión femenina, se introducen en los hogares e imperan en todas partes. La mujer española, especialmente la campesina, no está capacitada para hacer uso del derecho del sufragio de una manera libre y sin consejos de nadie. Con lo que hoy ha acordado el Parlamento, la República ha sufrido un daño enorme".

O: "Debe concedérsele ese derecho de ciudadanía, pero a su tiempo, pasados cinco años, diez, veinte, los que sean necesarios para la total transformación de la sociedad española, cuando nuestras mujeres se hallen redimidas de la vida de esclavitud".

Por 4 votos de diferencia se aprobó el artículo de la Constitución de 1931 que consagraba la igualdad de derechos. Todavía hay historiadores que se preguntan si fue la causa del vuelco electoral. Los más solventes lo niegan.