Tito Gutiérrez Abal formó parte de uno de los retenes de salvamento en aguas cercanas a la isla griega de Chios, destino habitual de muchas de las pateras con refugiados sirios, kurdos, palestinos y afganos que tratan de huir de la guerra y el hambre, enrolado en una ONG llamada Salvamento Marítimo Humanitario. Ahora, de vuelta, hace suyas las palabras de un compañero de expedición: "Cuento la experiencia para que nadie diga que no sabía lo que pasaba".

-¿Cómo es un rescate?

-Por lo general sucede de madrugada. Nuestro retén de salvamento está formado por un coordinador, una médico pediatra, una enfermera, una técnica sanitaria, un patrón de embarcación, un nadador de rescate y yo, que soy bombero. Se trata de localizar, interceptar, comprobar si algún pasajero necesita asistencia médica y ayudarlos a un desembarco seguro.

-¿Y qué se encuentran?

-Gente que llega en mal estado pero con miradas de esperanza. Es como si exclamaran ¡ya estoy en Europa! y cuando al cabo de los días ven cómo les trata esa Europa las miradas se vuelven vacías y se convierten en zombis.

-¿Y qué está pasando?

-Hechos que a veces te dejan perplejo y que te crean una enorme frustración. Turquía recibe dinero de la Unión Europea para ejercer de portero de discoteca. Y cuando a pesar de todo entran en aguas europeas, Grecia no es hoy la mejor puerta del continente. Las mafias les venden la travesía como si fueran agencias de viaje y lo que se encuentran es una policía portuaria con metralleta en mano y pasamontañas, un trato vejatorio y de amedrentamiento. Los refugiados, de rodillas y con sus enseres abiertos. Muchos acabarán devueltos a Turquía. Y en ese entorno de los campos de refugiados hay maltratos, ninguneos y abusos sexuales a mujeres de todas las edades.

-Y muchos niños, a tenor de las fotos.

-Encuentras en ocasiones embarcaciones que van un poco por libre, de ocho o nueve metros de eslora, que pueden llevar a bordo hasta 80 personas con un alto porcentaje de menores. Algunos viajan solos; sus familias los confían a algún adulto y al menos que se salven ellos. Tienen una imagen demasiado positiva de nuestra Europa.

-¿Y por qué no se les disuade?

-Casi todos llegan con móvil, y cuando les dices que vean lo que hay y que se lo expliquen a los que al otro lado del mar quieren venir, te dicen que lo que dejan es mucho peor. Sacan su móvil y te dicen: mira lo que hay allí. Y empiezan a mostrar fotos terribles de niños quemados y muertos en las calles de Alepo.

-¿Cómo se les recibe por parte de la población local?

-En general hay un rechazo social importante, y lo que es más grave: por parte de una población que hace tan solo unas décadas llegaron también por mar buscando una vida mejor. La ultraderecha está metida en todo esto y hay un intento de hacer llegar una imagen conflictiva de los refugiados. En este estado de cosas nosotros trabajamos con muchos límites y generamos recelo por parte de las autoridades. Lo malo es que en ocasiones he sido testigo de tratos insultantes hacia los refugiados y reparto de comida de una calidad muy mala. Chios es conocida como la Ibiza griega, están llenos de turistas y deberían ser mucho más abiertos.

-¿Cuál es la frecuencia de llegada de pateras?

-Depende del momento del año, del estado de la mar y sobre todo de la actitud de los guardacostas turcos y griegos. A veces miran para otro lado y otras veces es justo lo contrario. Un sinsentido. Nosotros formamos retenes de 15 días y en mi turno hemos ayudado a una o dos embarcaciones diarias.

-¿Cómo es el sistema de localización?

-Hay un canal de radio de emergencia siempre abierto. Por otro lado la información te llega porque a ellos les interesa que una ONG les localice antes de que lo haga la policía. Cuando se localiza una embarcación salimos en su busca el patrón, el nadador de rescate y yo, que soy técnico en Emergencias Sanitarias, socorrismo acuático, manejo y mantenimiento de embarcaciones de rescate y apoyo humano y psicológico en situaciones de catástrofe y emergencia.

-Ya entiendo por qué le fichó la ONG...

-Se necesita gente con ganas y formación. Hay que presentar el currículo, hacen una criba y una valoración psicológica porque en una actividad como esta el querer no es suficiente. He visto a gente derrumbarse ante situaciones muy terribles, sobre todo con niños de por medio. Por eso los retenes son solo de quince días.

-¿Volverá?

-Volvería, sí, pero es duro enfrentarte a esa decadencia humana. Se forman vínculos que no es fácil romper. Un buen día dices a la gente que te vas, que tranquilos, que vendrá otro compañero, pero ellos saben que fuiste tú el que los sacó del agua y no olvidan. Vuelves a tu familia, a tu estado de confort. Pero ellos quedan allí. Algunos se desesperan y tratan de volver a nado.

-¿Qué distancia?

-Entre tierra turca y la costa griega hay apenas cuatro millas, pero nadar esa distancia en alta mar es síntoma o de enorme valentía o de total inconsciencia. Sé de algunos que lo consiguieron pero estando allí tuvimos que rescatar a tres refugiados que se lanzaron y que lógicamente quedaron extenuados en mitad del mar.