A Emilio Aragón (La Habana, 1959) le quedan pocas facetas artísticas por explorar. Cuando la escena le agota o necesita una bocanada de aire para aligerar la mente entre grabaciones y guiones a él lo que le relaja es componer música o escribir relatos como los que componen su nuevo libro, El indiferente azul del cielo.

-En su libro elige personajes anónimos que se ven envueltos en circunstancias extremas.

-Todo lo que nos envuelve cae sobre nosotros como una lluvia fina y te va calando y lo transpiras y quizá de ahí esa indiferencia del azul del cielo. Es ahí cuando nos damos cuenta de lo pequeños que somos. Y también en los cuentos he querido reflejar la dureza con la que viven algunos sus derrotas personales, cuando se dan cuenta de que tiene que transitar toda la vida asumiendo sus fracasos y que por mucho que quieran la vida conspira contra uno. A veces por mucho empeño que pongas a las cosas, éstas no salen.

-Usted es un hombre de éxito, pero algún fracaso también le habrá marcado.

-Puede sonar a cliché, pero lo cierto es que uno siempre aprende mucho más con los fracasos que con las victorias. Yo tenía 21 años cuando Chicho Ibáñez Serrador me dijo que no podía presentar el Un, dos, tres. ¡Yo era un imberbe!, ¡Me dijo que me dejase crecer la barba!, pero también me dijo "Sigue, no pares, vas por el buen camino" Y yo, que siempre he sido más Álvarez que Aragón; es decir, que he sacado el carácter de mi madre, me quedé con lo bueno. Oye, había conseguido hacer la prueba para presentar el Un, dos, tres. ¿Sabes lo qué significaba llegar hasta ahí? Yo, que venía de hacer monólogos en colegios mayores, y alguna cosa en teatro, había hecho una prueba con el gran Chicho Ibáñez Serrador y él me había dado esa oportunidad.

-En pleno éxito de Médico de familia tuvo su propia "circunstancia extrema" y tuvo que parar. ¿Cómo gestionó aquello?

-En la profesión siempre he tenido la suerte de rodearme de muy buenos compañeros. En aquella época todos comprendieron que yo necesitaba parar, lo necesitaba. Lo que hicimos fue concentrar toda la grabación de mis escenas para yo poder irme nueve meses. Todo se juntó; el éxito del concurso VIPS, las galas de arranque de la televisión privada y luego hay que sumar el tremendo éxito de Médico de familia. Si miras los datos de audiencia de aquella época, dan vértigo. Todo fue muy rápido, el éxito era terrible y mi mochila no podía más. Llegó un momento en el que yo ya no podía estar, así que me marché a Estados Unidos y me tomé un tiempo para dedicarme a la composición y a la dirección de orquesta, que era lo que en aquel momento quería y necesitaba hacer.

-¿Tiene alguna rutina para escribir o es de los que llevan la libreta encima para cuando surge la idea?

-Sobre todo, lo que me gusta es tener clara la idea madre, y una vez que la tengo clara y madura ya me siento a escribir. El problema es cuando tienes ese momento de sequía que puede durar dos o tres días, incluso cinco, y que es tortuoso y puede llegar a ser desesperante. Pero de repente, cuando menos te lo esperas, empieza a brotar una idea detrás de otra y tienes que dejar cualquier cosa que estés haciendo para ponerte a escribirla. Escribir es algo que a mí me ha relajado muchísimo, porque me ha servido para evadirme de otros proyectos. Ahora se está emitiendo Pulsaciones en Antena 3, pero además hubo otros dos proyectos en los que estaba trabajando al mismo tiempo y son muchas horas de trabajo al día. Muchas horas y muchos meses. Escribir estos relatos me lleva a otra atmósfera distinta y me ayuda a desconectar muchísimo.

-Más de cuarenta años de profesión y casi otros tantos de matrimonio con Aruca y aún sigue ilusionado en las dos carreras, ¿cómo lo hace?

-A Aruca y a mí la vida nos ha regalado dos nietos, la "abuelidad", que es un término muy bonito, es un momento muy dulce. Todos los días saco un momento para ir a ver a los dos pequeños, para ir a hacer castillos de Lego con ellos y es una etapa que estamos disfrutando. ¿Profesionalmente? Hace dos años que me fui de Globomedia porque quería explorar nuevos territorio. A estas edades yo quiero hacer ciertas cosas: poder publicar un libro de relatos, poder afrontar una obra como Aire en teatros y mezclar música y comedia. Además a principios de año rodaré la que será mi tercera película en el cine.

-¿Qué queda de Miliki en este Emilio Aragón?

-Pues quedan ¡tantas cosas bonitas! Si de alguna manera la infancia es la patria del hombre y profesionalmente los inicios también se convierten en esa patria, el haber trabajado durante tres años junto a mi padre fue suficiente para entender la filosofía y la cultura de mi padre y de mis tíos. La profesionalidad con mayúsculas es algo que llevo en mi ADN gracias a ellos y es algo que me acompañará toda mi vida. Mi padre fue una persona que se dedicó toda la vida al niño, y fue tal su dedicación que fuimos mis hermanas y yo quienes le tuvimos que insistir para que publicase dos novelas que había escrito para adultos y que eran muy buenas. Pero, ¡fíjate!, era tal su entrega hacía los niños que la primera la publicó con seudónimo, porque pensaba que si la firmaba la gente no lo iba a entender.

-A su nieto, ¿le pone canciones de su padre?

-Mi nieto le dice a mi hija "Ponme al bisa", y le pone vídeos de mi padre. Ahora curiosamente ya ha crecido y está entre el bisa y La guerra de las galaxias.

-Le prometió a su padre interpretar el concierto en sol mayor de Ravel... ¿Está entre sus proyectos inmediatos?

-Ahora lo he parado un poco porque el dedo anular de la mano izquierda, por prescripción médica, no lo puedo doblar. Creo que lo he forzado de haber ensayado demasiado, pero en cuanto se me baje la hinchazón retomo el proyecto. Es algo que quiero hacer porque tiene para mí un gran valor sentimental.

-Y usted que fue emigrante, ¿cómo encaja esta política de Donald Trump?

-Con mucha sorpresa. El no haber ido a la cena de los corresponsales de prensa y utilizar los tuits como respuesta nos deja a todos un poco sorprendidos. Yo intento vivir la política con cierta distancia y durante estos primeros meses voy a ser un mero observador, pero esto tiene pinta de dar argumento para una o dos películas.

-¿Cómo vivió como cubano la muerte de Fidel Castro?

-Yo tengo familia en Cuba. Esperamos una apertura similar a la de España en el 75, que se abran las urnas y que la democracia no tarde mucho en llegar. Yo tengo la suerte de poder echar una papeleta en la urna y eso es lo único que esperan los que están dentro, que llegué la democracia.

-En estos tiempos, ¿de qué se ríe un expayaso?

-La comedia es cien por cien sanadora. Lo curioso es que me gusta desde Gila hasta Les Luthiers o George Carlin. En España hay programas fantásticos como El intermedio. Yo el humor no lo pierdo jamás.