Fue una de aquellas mujeres entregadas a la causa del republicanismo y del galleguismo en A Coruña de los años veinte y treinta. Y lo pagó caro. Fue encarcelada una temporada y perdió su plaza de maestra. Renunció a pedir que se le restituyese y prefirió sumirse en una suerte de exilio interior. Se refugió en la periferia de la ciudad con su familia y prácticamente no volvió a salir de casa, ni siquiera a asomarse desde la terraza. Siguió dando clases, pero sólo a unos cuantos alumnos, en su vivienda de San Roque de Afuera. Era Elvira Bao, y desde el miércoles da nombre a una plaza coruñesa.

Elvira Bao Maceira nació en A Coruña en 1890 y, tras estudiar Magisterio en la Escuela Normal, obtuvo el título de maestra. Se fogueó dando clases en la escuela de Redes pero su carrera profesional estuvo ligada a las Colonias Escolares del Sanatorio Marítimo de Oza, donde fue docente durante más de quince años, hasta ser denunciada en 1936 y acusada de desafección al nuevo régimen implantado por las armas.

Empezó en 1920 como maestra temporal y dos años después pasó a tener plaza permanente en Oza. Meses antes del levantamiento de Franco fue elevada a directora del centro. Y ahí se truncó su carrera. Su compromiso político era un obstáculo insalvable, pues su credo contaminaba a los niños, a juicio de quienes la denunciaron.

Perteneció a las Irmandades da Fala, de cuya directiva llegó a ser secretaria, y formó parte de su cuadro de declamación. Montó textos gallegos y portugueses, así como adaptaciones de autores extranjeros, que en ocasiones traducía su marido.

Militante del Partido Galeguista -como el editor Ánxel Casal o el artista Camilo Díaz Valiño, que fueron fusilados al comienzo de la guerra civil- Bao presidió durante una época la Agrupación Republicana Femenina.

El compromiso político de su esposo, Bernardino Varela do Campo (1889-1944) fue paralelo al suyo. La casa del matrimonio era escenario de frecuentes reuniones de galleguistas durante la República e incluso en la guerra.

Como Elvira, Bernardino Varela (1889-1944) perteneció también a las Irmandades da Fala y al Partido Galeguista. Fue secretario del periódico A Nosa Terra y fundador de la Escuela de Naútica, donde impartió clases de Cosmografía y navegación. Tradujo al gallego a Tagore, Metterninck y Strinberg y editó el primer cuento infantil en esta lengua.

Su hija, Elvira Varela Bao, recordaba hace algunos años, cuando fue nombrada Republicana de Honra 2013, cómo vivió la detención de su madre, cuando ella tenía diez años. Fueron a buscarla un día de agosto de 1936 al Sanatorio de Oza y le dijeron que se tomase las vacaciones. Una semana después, la policía la detuvo en su casa.

"Tenemos acusaciones graves contra usted", le dijeron los guardias. La acusaron de ser amiga de Mercedes Romero, también maestra, y casada con Francisco Mazariegos, sindicalistas ligados al Frente Popular. Ella acabó muerta en una cuneta y él fue fusilado.

Otra de sus amistades peligrosas, según los acusadores, era la bibliotecaria Juana Capdevielle, mujer del gobernador civil, Francisco Pérez Carballo. Ella fue paseada; él, fusilado en Punta Herminia.

"Me rompieron la vida", señalaba la hija de Elvira, quien, para mayor inri, hacía ostentación de sus ideales y, lo peor, se los inculcaba a los niños, según la denuncia de las monjas y el administrador de las Colonias Escolares de Oza.

Elvira, en medio de todo, fue afortunada: sobrevivió a aquella barbarie. No como María Bello Paz, Antonia Blas Fernández, Alicia Dorado Viso, María González González, África Mandirolas, María Otero González, o Carmen Temprano Salorio, que, al igual que ella, habían osado transgredir el papel tradicional de la mujer, y lo pagaron son sus vidas.

Bao pasó unos meses encarcelada y, al quedar, en libertad abandonó su vivienda y se retiró con su familia a una casa en San Roque de Afuera, de la que no salió durante años. Para ayudar a la precaria economía del hogar, en 1945 montó una escuela en casa y dio clases a niños de cuatro a catorce años. Murió, viuda, en 1971, sin ver el cadáver del causante de su infortunio.