-¿Pensamos poco?

-Pensamos todos pero me temo que el 95% de nosotros piensa mal. Y la razón es porque en la escuela nadie nos enseña a pensar. Ni a pensar ni a tomar decisiones.

-Quizá es que los padres hemos acostumbrado a nuestros hijos a tomar las decisiones por ellos.

-Es muy posible, pero el remedio es sencillo: dejar de hacerlo. Esto no significa que nuestros hijos hagan lo que les dé la gana. Se trata de guiarles cuidadosamente en esa capacidad que todos tenemos para pensar bien.

-¿De verdad cree que un adolescente de 15 años puede tomar decisiones sensatas y bien ordenadas?

-Uno de 15, por supuesto. Un niño de cuatro años también. He tenido experiencias al respecto. Se puede practicar el pensamiento crítico con alumnos de la etapa de Infantil. Seguro que no van a poder resolver los problemas del mundo pero ahondando en esa forma de trabajo, si habituamos a los más pequeños a reflexionar y a que esa reflexión forme parte de su vida, quizá estemos formando a alguien que en el futuro sí pueda hacerlo.

-¿Cómo recuerda su escuela?

-Como la recuerdan muchos de mi edad. Era una escuela memorística, con el profesor en la pizarra y los alumnos tomando notas. Y en los exámenes tocaba contar lo que el profesor nos había contado. No me gustaba demasiado.

-¿Desterramos los exámenes?

-No, pero tienen que ser diferentes. No tiene sentido la mera reproducción de una serie de contenidos. Se necesitan exámenes en los que además los alumnos sean capaces de mostrar sus pensamientos. Llevo muchos años en contacto con maestros y profesores en España y en otros países, y casi todos coinciden en que este tipo de enseñanza basado en la memoria no funciona. Y no funciona porque no está ayudando a los alumnos en sus vidas.

-Si te lo aprendes, apruebas. Y ese es el objetivo de muchos escolares.

-Con el modelo actual lo mejor que puede ocurrir es que el alumno logre una comprensión superficial. Cuando no estás muy interesado en la materia la táctica se reduce a eso: me lo aprendo de memoria y saco un 5. El reto es sustituir la memorización por una forma de aprender más profunda.

-¿Enseñar a enseñar?

-Sin duda, porque hasta ahora en la Universidad nunca se enseñaron de verdad estrategias de pensamiento. Y cuando ahora hay que ponerlas en práctica en el día a día de la escuela es más difícil asumirlas con docentes que ya llevan años en la profesión. Pero es maravilloso trabajar en España porque estoy rodeado de profesores interesados.

-¿Qué propone?

-Integrar las estrategias de pensamiento en todo el currículo y no entenderlas como un programa separado. Con esas estrategias el contenido de aprendizaje mejora increíblemente. Es una forma distinta de aprender, no vale de nada memorizar nombres y fechas sino preguntarse constantemente el porqué de las cosas. Cuando a los alumnos se les da la oportunidad de pensar se logran cosas excelentes. Es enorme la capacidad que tenemos desde pequeños para desarrollar el pensamiento crítico.

-¿Las niñas, pongamos a los 10 años, piensan más ordenadamente que los niños?

-A lo largo del aprendizaje hay etapas. Yo creo que se trata de diferencias poco importantes y que, al final del recorrido académico, todos se ponen al día.

-Dicen que ningún alumno aprenderá nada que provenga de un profesor que no le gusta.

-Es verdad, pero cuidado porque se pueden dar muchas situaciones en las que los alumnos no aprendan tampoco de un profesor que sí les gusta. Tú, como profesor, puedes gustar mucho pero si no les propones retos, si la enseñanza no va unida a una permanente estimulación, probablemente no sea suficiente que le caigas bien a la clase.

-¿La escuela acaba con la creatividad?

-Yo creo que la idea de que todos los niños nacen creativos es una visión muy anticuada de la realidad. No es verdad. Pero una buena estrategia de pensamiento sí puede ayudar a esa creatividad. Son años básicos, clave. Si en ese momento de la vida se les estimula con ideas creativas mantendrán esa capacidad para siempre. Y al contrario, cuando el sistema impida la creatividad, igual nos está hurtando un Velázquez, un Goya o un Shakespeare.

-¿Se nace Velázquez o Shakespeare?

-Yo creo que no. Se aprende a tener ideas creativas. Eso es como los artesanos. En un momento dado aprendes a usar las herramientas, pero todavía se requiere mucho esfuerzo y mucho tiempo para lograr hacer cosas maravillosas. Son dos mundos distintos. Los trabajadores de una fábrica montan piezas distintas, y eso tiene mérito, pero no las diseñan.

-Coincidencia general: es más difícil enseñar hoy que hace unos años.

-Y por muchas razones que tienen que ver con los alumnos. Una es que lo que se les enseña no tiene mucho que ver con sus vidas.

-Les interesa el mundo de las redes sociales.

-Sí, pero hay que descartar esa idea de que tenemos demasiada información y que eso es un gran problema. El reto es saber seleccionar esa información.

-No es fácil.

-Si les enseñamos a buscar la información que necesiten y cuando la necesiten, qué más da la información que ande por ahí. Cuando entras en una biblioteca no tienes que ir leyendo todos los libros de las estanterías para buscar el que más te interese. Pues lo mismo pasa con internet.

-Enseñarles a filtrar.

-Es decisivo. Veo que la mayoría de los estudiantes acepta sin más la información que le llega. Es un elemento clave en el aprendizaje hoy en día: enseñarles espíritu crítico con las fuentes de información. Podemos ayudarles a que tomen decisiones por sí mismos, porque si la familia o los profesores las tomamos por ellos nunca aprenderán; podemos ayudarles a la resolución de problemas, pero inculcarles pensamiento crítico es fundamental.