El teniente coronel jubilado Fernando Reinlein García-Miranda (Barcelona, 1945) es uno de los rostros más conocidos de la Unión Militar de Democrática (UMD), la organización a la que se unió en 1974 para mojar "la pólvora del golpismo". Aquello le valió cuatro años de cárcel y pudo costarle más caro: en una reunión se planteó incluso matarles a él y sus compañeros. Fuera del Ejército se dedicó al periodismo en la procelosa Transición, un periodo que defiende: "Se consiguió mucho, pudo hacerse más, pero los políticos y la sociedad se acomodaron".

-¿Qué queda del espíritu de la Unión Militar Democrática?

-En el Ejército no creo que quede nada, ya no hace falta. No tiene nada que ver con el de aquella época. Se encargaron los mandos y los Gobiernos de hundirnos en un manto de silencio.

-Ha llevado décadas que se les reconociese.

-Cuando la amnistía del 77 se prefirió perdonar delitos de sangre de ETA antes que a nosotros. Hubo luego una amnistía que impuso Alfonso Guerra, y volvimos al Ejército, pero sin mando ni destino. Luego hubo intentos de reconocernos, pero primero el PP y luego Pepe Bono no se atrevieron. Gaspar Llamazares sacó adelante una proposición no de ley. Y luego el Gobierno hizo una declaración reconociendo nuestra labor. Carmen Chacón, en 2010, fue más allá. Nos concedieron medallas a los catorce procesados de 1976. Unos estábamos en la reserva, otros retirados, otros muertos. Habían pasado 34 años.

-¿Temieron terminar ante un paredón?

-Nos enteramos después. Hubo una reunión de generales en la que se propuso que fuera un comando de la Guardia Civil, de paisano, a una de las reuniones que íbamos a tener, el 21 de julio de 1975 -nos detuvieron el 29-, que hiciesen un montaje de tiros, nos matasen y pusiesen pruebas falsas de relaciones con el FRAP, ETA y el MFA (Movimento das Forças Armadas, que hizo la Revolución de los Claveles de Portugal en abril de 1974), que con éste no hacía falta porque existían. Pero hubo un jurídico (auditor militar) que dijo que había suficiente para un consejo de guerra. Milans del Bosch dijo: "Es una barbaridad". El plan lo llevaba el general Campano, creo.

-Estuvimos cerca de descarrilar.

-En la Transición se hizo más de lo que yo esperaba. Había que elegir entre la democracia formal y vete a saber qué. Se llegó a un punto que era el que queríamos. Por eso la UMD se autodisuelve tras las elecciones del 15 de junio del 77. Se consiguió mucho. Pudo hacerse más, pero los políticos y la sociedad se acomodaron.

-Usted ha analizado a fondo el 23-F. ¿Se sabe ya todo?

-Prácticamente. Se sabe que Tejero no era un loco, tenía detrás a la federación de excombatientes y a generales. Había tres golpes en marcha. ¿Si el Rey lo sabía? Si lo sabía yo, que era un simple periodista... El Rey le pide a Milans: "Embrídamelos". Milans los embridó y el Rey dio su golpe de timón. Cuando se va Adolfo Suárez, se quedan sin blanco. El Rey nombra a Calvo Sotelo, y piensa nombrar a Milans Jefe de Estado Mayor. Es cuando Armada dice: "El Rey se ha equivocado". Y Armada sigue conspirando, diciendo que habla en nombre del Rey (que no era así), y embauca a Milans y otros. ¿Qué hizo fracasar el golpe? El testamento de Franco: "Obedeced a éste (al Rey) como si fuera yo". Por eso muchos se echan atrás cuando el Rey habla en televisión. Y la forma en que Tejero entró a tiros en el Congreso. De hecho Girón llama a Fernando de Santiago -el verdadero "elefante blanco", no Armada-, y le dice: "No vayas, esto no lo reconoce nadie".

-¿Una Transición pilotada desde el exterior?

-Suárez no pensaba legalizar el Partido Comunista. El plan de Washington, y creo que de Bonn, era legalizar el Socialista, que acaparase a la izquierda, y luego permitir el Comunista. Entonces se producen los asesinatos de Atocha y la demostración de fuerza y orden del entierro. Suárez me admitió luego que, si no hubiese permitido al PCE, la Transición no hubiese sido creíble en Europa.

-Decían que ustedes, los de la UMD, era comunistas.

-Nos han llamado de todo. Intentó manipularnos el PSOE, el PCE... Nosotros queríamos estar en el centro de la oposición democrática. Tuvimos mucho contacto con los portugueses de abril, pero Portugal era otra cosa. En España creíamos que el cambio tenía que hacerlo la sociedad civil. La UMD se resume en una frase de Pepe Fortes: echar agua en la pólvora del golpismo. Y por eso tuvimos contacto con todos, también con un enviado del propio Rey, que nos preguntó si le apoyaríamos si se enfrentaba a Franco. No hizo falta porque ya se supo que la enfermedad de Franco era irreversible.

-Defendió mantener la mili.

-Temía que un ejército profesional se aislase de la sociedad. Pero ya no hay aquella vida cuartelera de antes, ahora los soldados se relacionan fuera. Yo me uní a la UMD porque aquellos valores que te enseñaban en la Academia: honor, valor, disciplina, coraje, compañerismo, honestidad, luego llegabas a las unidades y no lo veías. Y llegabas a la conclusión de que la culpa era de aquella estructura que tenía en la cúspide a alguien llamado Franco.

-Ha sido un periodista de los que no se casan con nadie. ¿Cómo ve el periodismo actual?

-Veo mucho matrimonio... Los tertulianos están excesivamente politizados. En Diario 16, donde desarrollé mi actividad, mandaba la redacción, no los que ponían los dineros. Era una locura, pero maravillosa.

-¿Qué diría a los chicos de hoy?

-Que se rebelen, contra los padres, contra los profesores, contra los políticos. Así se gana la libertad.