Jaime Izquierdo Vallina es un geólogo y escritor que acaba de publicar La gestión creativa del cabreo. En esta entrevista habla acerca de cómo gestionar los enfados -para convertirlos en una energía positiva- y de su obra.

- ¿Qué plantea su libro La gestión creativa del cabreo ?

-Utilizar la energía que se genera cuando nos cabreamos para crear alternativas con la que superar la causa del cabreo y no tanto para hacernos mala sangre, protestar sin más o devolver la afrenta de forma violenta.

-¿La capacidad creativa aumenta con el cabreo?

-No necesariamente. Se puede ser una persona muy creativa sin estar cabreado.

-Entonces, ¿se puede usar esa energía creativamente?

-La energía del cabreo es, en principio, una energía en bruto y negativa que necesita pasar por un proceso de cambio de polaridad que la convierte en positiva y libre de impurezas. Sin ese cambio no sirve para crear, sino para destruir o para destruirnos. En cualquier caso, no todos los cabreos son susceptibles de generar energía de creación.

-Hay varios tipos de cabreos.

-Algunos cabreos sirven para despertar el pundonor y nos ayudan a superarnos y otros requieren un tratamiento, digamos, paliativo. Sin embargo, en los que denominado cabreos de causa, entendida esta como "el motivo o la razón para obrar", es en donde podemos encontrar una energía susceptible de ser utilizada creativamente para mejorar las cosas.

-¿Cómo podemos aprovechar las virtudes del enfado para convertirlo en una herramienta positiva?

-Lo primero es tomar conciencia de que al cabrearnos tenemos a nuestra disposición un plus energético extraordinario y de que debemos buscar alguna forma de canalizarlo para sacarle partido. Después debemos tomarnos un tiempo para evitar que la indignación y la ira nos empujen a actuar de forma indebida.

-¿Cuándo sabremos que estamos utilizando correctamente el cabreo?

-Cuando dejemos de buscar culpables y empecemos a buscar soluciones. Se dice que una mala hierba es aquella a la que todavía no le hemos encontrado una virtud. Lo mismo puede decirse del cabreo. Cuando notamos que gracias a que nos hemos cabreado nos hemos puesto en marcha para cambiar las cosas es cuando entramos en esa fase de creación y abandonamos el círculo vicioso para entrar en un círculo virtuoso.

-Afirma que de nuestra capacidad de gestionar el cabreo dependerá el futuro de la especie.

-Sí, sin duda. Los grandes procesos de transformación social, de forma individual a través de genios disconformes con lo establecido, desde Darwin a Joaquín Costa, o de forma colectiva, a través, por ejemplo, de la Revolución francesa, que elevó a cimiento del estado moderno los conceptos de libertad, igualdad y fraternidad, son consecuencia de enormes cabreos que fueron utilizados de forma creativa para dar forma a nuevos paradigmas.

-¿Se puede emplear el cabreo para cambiar la sociedad?

-Vivimos un tiempo de encrucijada y transición. Por eso tenemos que organizar todo el cabreo que los gobiernos burocráticos y reactivos, la partidocracia, los oligopolios, el sistema energético y de consumo que está destruyendo la biosfera, etc., ponen a disposición de la humanidad a escala planetaria y, muy importante, a nivel local de barrio, ciudad o aldea, para cambiar las cosas.

-Entonces, el enfado es lo que ha hecho evolucionar a la humanidad.

-Efectivamente. Lo que ocurre es que la historia es muy injusta. Se nos presenta en los libros a los genios como grandes descubridores y, sin embargo, no se dice nada de lo que se tuvieron que cabrear teniendo tan claras sus ideas y luchando contra la reacción de lo establecido que les impedía avanzar. Si no hubieran gestionado creativamente su cabreo no hubieran hecho nada y hubieran desistido. Si uno busca en Wikipedia a Galileo dirán que descubrió la teoría astronómica moderna, pero no dirán nada de los descomunales cabreos que pillaba el hombre por culpa de la Inquisición.

-¿Los utópicos fueron gente muy cabreada?

-Sí. De hecho se utiliza la idea de utopía muchas veces con tono despectivo, o desconsiderado, y eso es muy cabreante, al menos para mí. Olvidamos que si no hubiese sido por los utópicos no hubiésemos aprendido a volar, no tendríamos electricidad, ni Internet... Detrás de todo gran descubrimiento de la humanidad está siempre un utópico y, casi siempre, un tipo muy cabreado.

-¿Cómo nos marca la educación en nuestra forma de reaccionar ante el cabreo?

-La gestión creativa del cabreo tiene dos grandes influencias: la llamada a indignarse frente a las injusticias que propone Stéphane Hesel y el "no dejes que el odio se apodere de ti" del Dalai Lama. El concepto lo enunció como tal hace unos años Nany Sánchez, un profesor canario del departamento de economía de la Universidad de La Laguna. Ahora, desarrollado y convertido en ensayo, aspira a convertirse en una herramienta pedagógica.

-¿Por qué no se ha escrito antes una obra de estas características?

-Porque a pesar de lo importante que es cabrearse, y cabrearse bien, nunca se consideró el cabreo como recurso energético fundamental y por eso fue siempre denostado. Debemos educarnos, especialmente a los niños y los jóvenes, en su uso creativo. De la misma manera que aprovechamos el cabreo de las olas para hacer surf deberíamos aprender a surfear sobre el cabreo.

-¿Qué relación existe entre la creatividad y el cabreo?

-El cabreo es la emoción y la creatividad es la razón. El cabreo es la energía y la creatividad es la aptitud suficiente y necesaria para conducir y llegar a nuestro destino. Sin emoción no haremos nada. Pero esa emoción debe ser positiva y estar desprovista de impurezas como son el odio, la ira, el ánimo de venganza, etc. Y debe estar manejada de forma inteligente.

-¿Expone en su libro el método de gestión creativa del cabreo?

-En realidad, no es un libro de autoayuda, ni tampoco un libro de recetas, ni mucho menos un método. Es sencillamente un ensayo que nace con la intención de abrir un hueco, de estimular un debate y de romper una lanza a favor de una emoción sobre la que hemos vertido muchos prejuicios hasta el punto de definirla taxativamente como negativa. Creo, y trato de demostrarlo, que el cabreo es muy positivo si se sabe manejar y ha sido y será fundamental para reconducir nuestro absurdo y dañino sistema de vida. Es, sobre manera, un ensayo pensado como llamada de atención hacia la toma de conciencia de nuestra responsabilidad como seres sociales y como argumento a favor de que una gestión creativa del cabreo puede ayudarnos a superar tanto desconcierto.