Nació en el seno de una familia coruñesa de militares republicanos y masones, aunque él se mantuvo alejado de ese patrón y dejó el Ejército, subyugado por el mundo de la farándula. Una decisión que quizá le ahorró las penalidades que pasaron sus dos hermanos, quienes conocieron el éxodo, los campos de concentración franceses y las cárceles franquistas, y vieron arruinadas sus carreras e incautados sus bienes.

Él, en cambio -el mayor de los tres- evitó meterse en líos políticos y se hizo actor. Se abrió camino en la escena de Buenos Aires y Perú, y en los años treinta volvió a España. Julio Sanjuán Cañete (Ferrol, 1883-Madrid, 1967) hizo muchos papeles, en el teatro y en el cine. Es difícil no recordar su papel de abuelo gruñón y con mal genio en Un rayo de Luz (1960), la primera película de Marisol. En teatro trabajó con Alberto Closas y Fernando Fernán Gómez.

La niña prodigio del franquismo, a la que la industria dedicó álbumes de cromos, postales, discos, y hasta una muñeca, era el espejo en el que se miraban las adolescentes de aquella España cutre y oscura. La rubísima Marisol encandiló a todos. Hasta el abuelito ricachón, que en la película la rechazaba, sucumbió a sus gracias y canciones, y perdonó a su hijo que engendrara a aquella celestial criatura con una mujer que no era de su escala social. Luego vendrían sus papeles en Ha llegado un ángel, también con Marisol, y Canción de juventud, con una jovencísima Rocío Dúrcal.

Julio era el primogénito de Edmundo Sanjuán Armesto, maquinista de la Armada en Ferrol, y María Dolores Cañete Seoane. El segundo hijo del matrimonio, Edmundo (1888), marino de guerra, ocupó puestos como representante de la República en San Sebastián, Bilbao, Santander y Barcelona, donde fue jefe del estado mayor de la Defensa. Huyó a Francia, y fue detenido y enviado al campo de concentración de Argelés Sur Mer. En España pasó por la cárcel Porlier en Madrid y A Graña, en Ferrol, acusado de delincuente peligroso y auxilio a la rebelión. Se le incautaron sus bienes y en 1942 fue condenado a quince años de prisión (ignoraban su pertenencia al PC vasco, al PSUC y a UGT, de lo contrario la pena hubiera podido ser terrible). En el juicio recibió el aval del marino Fausto Escrigas Cruz.

Durante la guerra, tres de sus hijos se exiliaron en Inglaterra. Su mujer huyó a Francia con otros cuatro y otro más murió solo en Valencia de tuberculosis, sin que pudiesen acompañarlo. Todavía hoy la familia ignora donde fue enterrado.

La salud de Edmundo, que se había casado con América Maristany, miembro de una familia de comerciantes ferrolanos masones, fue de mal en peor desde su estancia en el campo de concentración en Francia y fue indultado en 1945 por esa razón. Murió tres años después.

El menor de los hermanos Sanjuan Cañete, Antonio (Ferrol, 1892), era teniente coronel de caballería y en 1936 Indalecio Prieto, ministro de Defensa, lo nombró comandante militar de Guipúzcoa. Allí tuvo oportunidad de librar a Romanones de una muerte segura procurándole un salvoconducto para huir a Francia.

Pertenecía a varias logias masónicas y pasó por las cárceles de Córdoba, Ciudad Rodrigo y Fuenterrabía tras ser condenado a cadena perpetua. Gracias a la influencia del padre de su mujer, Resurrección Juaristi Acevedo, fue indultado en 1943. Tuvo un solo hijo, Julio.

Sin embargo, su persecución continuó y unos años más tarde el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo le hizo abjurar en una ceremonia de tinte inquisitorial ante Utrera Molina. Fue condenado a 12 años y un día de reclusión menor y separado de todo cargo público e inhabilitado a perpetuidad. En 1956 salió de la cárcel y murió en 1986.

José María López-Dafonte Sanjuán cuenta en la revista de estudios históricos Nalgures la represión que sufrió su familia.

La historia de Julio es bien distinta: "Quería ver mundo y le venía pequeña la ciudad que lo vio nacer, militar, provinciana y periférica. Su mentalidad era muy distinta a la de sus hermanos. Le gustaba la farándula y la vida bohemia", escribe. Y, contra el criterio de sus padres, decidió ser actor. Y, muy joven, se fue a Madrid. Hizo algunos papeles en teatros, pero como no lograba despuntar, se marchó a América, donde permaneció veinticinco años y llegó a tener su propia compañía. Estuvo en Buenos Aires -allí se casó-, y en Perú. De vuelta a España en los años veinte, trabajó en las compañías de Manolo González, Concha Catalá, Antonio Vico, Carmen Carbonell o Pepe Isbert.

Su primera interpretación en cine fue en Morena Clara (1936) , de Florián Rey, con Imperio Argentina y Manuel Ligero, que tuvo un éxito inusitado en su estreno. A lo largo de su carrera, trabajó con grandes actores: José Luis López Vázquez, María Isbert, Isabel Garcés, Fernando Fernán- Goméz, Pablito Calvo, Manuel Alexandre, Fernando Sancho. Carlos Larrañaga, María Dolores Pradera, Carlos Muñoz o Paco Rabal.

Después de ser el abuelo de Marisol en Un rayo de luz (1960), en la siguiente película de la saga de la niña prodigio, Ha llegado un ángel (1961), hizo el papel de catedrático universitario. Una de sus últimas interpretaciones en el teatro madrileño fue con la compañía de Alberto Closas, en el teatro Príncipe con La muchachita de Valladolid.

Julio Sanjuán no tuvo descendencia y dejó su herencia al hijo del portero de su casa, en Madrid.