"Presumía de disparar mejor que Fidel Castro y el Che". La sonrisa de Carlota Ojea al recordar a la cantante mexicana Chavela Vargas presumiendo de destreza con las armas es contagiosa. En ese momento, es inevitable imaginar a la artista fusil en mano mientras su dolor rasgado vestido de voz canta Que te vaya bonito. Su vida y obra se muestran estos días en la pantalla grande, en el documental Chavela, de Daresha Kyi y Catherine Gund. A colación del mismo, la que fue su asistenta personal en la gira de 2003, la coruñesa Carlota Ojea, programadora cultural del Auditorio Mar de Vigo, rememora los meses que trabajó junto a la emperatriz de la ranchera.

-¿Sabía de antemano que su pu esto era para atender a Chavela?

-Fue mi primer gran trabajo en Madrid cuando me fui a vivir allí. Yo acababa de llegar de A Coruña donde había trabajado en el Palacio de la Ópera. No tenía ni idea de que iba a trabajar con ella. Yo la admiraba, conocía su música. Es más. Unos meses antes, había visto la película Frida en el cine. En ese filme, aparece ella, Chavela Vergas, en un momento en el que nos quedamos alucinados, con los pelos de punta, cuando interpreta La llorona. Desde una productora audiovisual que tenía una sección de teatro, me llamaron para trabajar con ellos. Me pusieron encima de la mesa llevar todo lo referente a ella durante su gira española, todo lo referente a técnica, contratos, relación personal... Imagínate cómo me quedé. Tenía 26 años de edad, era una chavalita. Pero Chavela Vargas era una bomba. Tardé en asimilarlo.

-La primera vez que la vio fue...

-El primer encuentro que tuve con ella fue en un restaurante donde se iba a hacer la rueda de prensa de presentación de la gira. La verdad es que hubo feeling desde el primer momento. A mí, me parecía una gran responsabilidad trabajar con una artista de ese nivel y con un personaje de ese nivel.

-¿Qué impresión le dio?

-Vi una persona muy sensible y muy cercana. Pensaba que me iba a encontrar con lo contrario porque había mucha leyenda sobre ella, leyenda de la que se habla en el documental. Era verdad que era una mujer fuerte de pies a cabeza. Fue una rueda de prensa multitudinaria. Se decía que podía ser su última gira. Tenía 86 años de edad. Murió unos ocho años después. Conviví con ella la gestión de lo que suponía cada concierto y también la gestión de sus temas personales. Estuve con ellas muchas horas. A pesar del nivel de exigencia que tenía, te hacía el trabajo muy fácil. Era muy grande pero a la vez tenía un punto de sencillez que la hacía aún más grande.

-¿Había diferencia entre la persona y el personaje?

-En el documental, que es un extracto de una entrevista del año 1991 que sirve de hilo conductor, al final se oye: 'Y no olviden, yo soy Chavela Vargas'. Ahí, es donde ves que era Chavela Vargas todo el día. Yo le decía: 'Tú solo eres Isabel Vargas Lizano cuando sacas la tarjeta de embarque'. Porque todo lo demás giraba alrededor de Chavela. Las reacciones eran ante el personaje. Es posible que en algún momento el personaje se llegase a comer la persona.

-Tendrá miles de anécdotas.

-Un día me preguntó de dónde era. Ella no conocía Galicia y yo le dije que era el país de Nunca Máis. Recuerdo en Santander, en el inicio de la gira, en el Palacio de los Deportes, entre una canción y otra pidió que Nunca Máis volviese a pasar lo que ocurría, Nunca Máis a la guerra de Irak y Nunca Máis al Prestige. Todo el teatro se puso en pie gritando Nunca Máis. Se me siguen poniendo los pelos de punta. Yo me dije: 'Esta señora mola'.