La gente suele confundir emprender con innovar, pero no es lo mismo porque una cosa es crear una empresa, un producto o un servicio y otra muy diferente es explorar hasta lo imposible, y llegar a entender, un problema que una vez resuelto será útil para mejorar la vida de las personas. Luis Pérez Breva (Barcelona, 1975), director del programa estrella de innovación aplicada del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ve semejanzas entre innovar y tocar un instrumento musical: la clave está en dedicar muchas horas a la práctica y en equivocarse muchas veces para buscar la perfección. Este profesor catalán lleva diez años dando clases por numerosos países, cuyas experiencias relata en un libro que en español se titulará Innovar: un manifiesto de acción que en su edición en inglés ha recibido una gran acogida en la distribuidora Amazon desde el primer día. Precisamente de esas vivencias ha venido a hablar a la Fundación Rafael del Pino de Madrid, donde fue entrevistado por Epipress.

-Innovación es la palabra de moda. ¿Por qué?

-Porque es muy evocativo pensar que va a haber algún progreso y que se van a crear nuevos empleos. Pero está tan de moda que muy poca gente entiende lo que significa.

-Empecemos por ahí. ¿Qué significa el término innovar?

-Cuando la gente habla de innovación se refiere al resultado final y eso es empezar la casa por el tejado. Lo que hay que hacer es construir desde la base. Al principio la innovación no es tal todavía. Más importante que esa idea con la que uno empieza es cómo descubrir el problema y a eso es a lo que llamo yo innovar.

-¿Cuál es en síntesis el contenido del manifiesto de acción que usted expone en su flamante libro, tan estupendamente valorado en Amazon el primer día de su publicación?

-Quiero demostrar que no tenemos nada que nos ayude a desarrollar y practicar la acción de innovar. Es algo que hay que practicar.

-¿Qué hay que tener claro al innovar?

-Que al principio no tenemos nada más que una idea, un presentimiento, una corazonada, y después, que no podemos pretender conocer de antemano qué disciplinas jugarán un papel importante en ese acto de innovar que uno inicia. Lo que quiero con mi libro es inducir a la acción y hay cosas que frenan esa acción.

-¿Qué cosas nos frenan?

-La jerga disciplinar frena la acción y mi libro usa un lenguaje llano, accesible a la gente que quiere hacer algo. Nos enseña también a adquirir el conocimiento para resolver los problemas. Pero primero hay que entenderlos. Todo se basa en un proceso evolutivo que debe partir de la acción.

-Como experto en la práctica y el desarrollo de innovación en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ¿en qué consiste su trabajo?

-Hago investigación centrada en Inteligencia Artificial y me interesa la génesis de las innovaciones.

-Pero en la génesis no hay todavía innovación, según creí entenderle hace un momento.

-Y así es, pero cuando llega la idea guío a la gente para que pueda hacer esa innovación. Ayudo a los estudiantes a desarrollar las habilidades necesarias para construir hacia arriba. Desarrollo nuevos modos, pedagogías y contenidos para poder educar en torno a un problema que no está definido, partiendo de sus aportaciones. Hay que usar el conocimiento de una forma distinta.

-¿Con qué finalidad?

-Para tratar de resolver problemas que parecen imposibles.

-Usted es innovador y emprendedor, pero al parecer son cosas bien distintas en contra de lo que cree la gente, ¿verdad?

-Innovar no es una habilidad. Es una práctica que se puede mejorar. En el emprendimiento hay también habilidades pero adscritas a la idea de crear un nuevo negocio u organización con una visión muy clara de un producto o de un mercado. Cuando uno innova no tiene esa visión. Eso se adquiere durante el proceso. Está claro que innovar se convirtió en la palabra de moda que nadie entiende. Juntar innovación con emprendimiento es confundir a la gente porque unas veces van de la mano y otras no.

-¿En qué consiste el MIT Innovation Teams , el programa estrella que usted dirige?

-Nosotros tenemos muchas tecnologías que se desarrollan con un objetivo único. Cogemos un principio, que es una tecnología, y una visión de cómo esa tecnología puede ayudar a cambiar el mundo. Elaboramos con todo ello un plan de cómo avanzar con esta tecnología para descubrir una oportunidad que resulte útil para la sociedad.

-Hábleme de su experiencia como experto en reciclar a profesionales por todo el mundo. ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención en países tan diferentes como Rusia, Portugal, Abu Dabi o Singapur?

-Lo que queda claro de esta experiencia es que los innovadores, sean de donde sean, no son más que exploradores que se alimentan de los errores que cometen y de estar productivamente equivocados.

-¿Qué le ha decidido a usted a volcarse en enseñar a otros a innovar?

-Siempre me ha gustado enseñar, pero lo hago de una forma que sirva para lanzar las ideas que tienen otros. Quiero enseñar de forma pedagógicamente interesante disciplinas para avanzar. Yo no quiero entender, quiero construir. Me divierto mucho haciéndolo.

-¿Por qué es usted tan crítico con el índice de innovación de las start-ups ?

-No soy crítico. Solo reflejo un parámetro que es una realidad. La mayoría de las empresas nuevas no están innovando nada. Hoy en día parece que todo el mundo tiene que vender una innovación. No es verdad, ni es necesario.

-¿Cómo se le enciende la bombilla a Elon Musk o a Steve Jobs cuando vivía?

-No se enciende ninguna bombilla. Se trata de un trabajo continuo, de una práctica, que te acostumbra a ver cosas donde otros no ven nada. La idea de la bombilla que se enciende es una de las peores para explicar los procesos de creatividad.

-Qué me dice de Amancio Ortega. ¿No debería ser un profesor estrella en el MIT o es un triunfador que usted considera heterodoxo?

-Es una persona fascinante, pero para ser profesor del MIT hay que tener un doctorado. Seguro que sería muy interesante escucharle.

-El innovador ¿nace o se hace?

-Se hace. Eso no viene en los genes. No necesitas ser un mago para ser innovador.

-¿Somos los españoles más innovadores en corruptelas que en descubrimientos tecnológicos?

-En las sociedades que tienen más normas innecesarias se genera una manera de pensar más proclive a la corrupción para sortearlas. Somos un país muy creativo y no pienso que estemos siempre pendientes de hacer trampas. Lo que sucede es que hay mucha regulación poco actualizada o innecesaria.

-Deme por favor nombres de políticos de hoy que le parezcan auténticamente innovadores. Hay quien coloca a Macron en un lugar destacado.

-Habría que hablar más de las cosas que hacen que de las que proponen. A día de hoy solo hay mensajes.

-¿Aprenderán los algoritmos como nosotros de sus propios errores?

-Sí. Ya lo hacen continuamente desde hace 60 años, pero no tenemos aún algoritmos capaces de reemplazar la inteligencia humana, objetivo que tampoco me parece muy interesante. Prefiero pensar en una relación simbiótica entre ordenadores y personas que en un reemplazo.