Profesor de la Universidad de Oxford, Nicolás Márquez-Grant es, además, uno de los menos de diez antropólogos forenses con los que la policía británica cuenta para identificar restos de cadáveres.

-Encuentran mi cadáver dentro del maletero de un coche y le telefonean de madrugada...

-Si ya está un poco descompuesto, y es difícil identificarlo por las improntas o los dientes, me llamarían. Todo depende de lo que encontremos.

-Llega y se pone el mono blanco. ¿Qué pasa?

-Atravesaré el cordón policial y me encontraré detectives y la policía científica, queme mostrarán el lugar del crimen... No siempre tiene que ser un crimen, quizás es un suicidio, una muerte natural. Pero si lo encontramos dentro del maletero... Entonces, vestido con el mono blanco, una red para la cabeza, unos zapatos con una suela identificativa para no mezclarse con posibles huellas, dos guantes y una máscara, documentaré con fotografías todo el escenario.

-¿Ya estamos en el depósito o no todavía?

-No, la recogida de estas evidencias se hace todavía en el escenario del crimen...

-Cuando estemos en el depósito, me avisa, porque tengo el cuerpo a medio descomponer...

-Eso es posible. Aveces hay una parte momificada y otras, no. Por ejemplo, el calzado puede afectar a la descomposición de los pies, o el trabajo de las bacterias del estómago puede alterar el proceso. Es muy importante cómo vamos empaquetando los restos. La pelvis es muy importante, porque nos indica edad y sexo. El cráneo también lo es para buscar traumatismos.

-¿Cómo distingue un traumatismo hecho con un palo de golf o un taco de billar?

-Esto ya se hace en el depósito. La primera pregunta es saber si es post mortem o ante mortem, porque entran factores como el posible traslado de los restos hasta el lugar de la escena donde lo hemos encontrado o los animales que pueden haberle provocado alguna fractura. Por ejemplo, en el caso de los incendios es capital saber si los traumatismos son anteriores al fuego o posteriores, porque es un indicio claro de un posible crimen o de un accidente. En el caso de un golpe, es muy complicado saber cuál es el objeto, si un palo de golf o de billar, o un martillo...

-¿Por qué que estudia restos de la Primera y Segunda Guerra Mundial?

-Tengo un contrato con el Ministerio de Defensa, y nos envía por todo el mundo para estudiar restos de soldados e identificarlos.

-Estoy pensando: el Gobierno británico le contrata para identificar sus muertos, y aquí, el Gobierno español pone trabas para identificar los restos de la Guerra Civil...

-Sí... es un contraste. Los Estados Unidos tienen todo un equipo para identificar soldados caídos en todo el mundo. En el caso del gobierno británico, no hace excavaciones, pero si hay un descubrimiento, tienen la obligación de intervenir. En todo caso, pienso que la primera cosa es dignificar los restos de cara a los familiares. Para mí, esto es lo más importante en todos los casos en que trabajo, sea del bando que sea.

-La muerte nos iguala...

-Exactamente. Cuando trabajo con restos de soldados, no me afectan tanto los huesos como los efectos personales que vas encontrando, porque son los que resaltan la personalidad. Piense que se trata de gente muy joven, y encontramos la ropa, cartas de amor o billetes de ida y vuelta en tren, para ir a casa...

-¿Le afectan en la vida estos restos?

-Mi trabajo es muy agradecido en el momento en que podemos dar información a los familiares y, de este modo, pueden pasar página, descansar... Darles respuesta es muy importante. Desde el primer momento en que empecé a trabajar con restos, tuve muy claro que lo que hacía era ayudarlos. Recuerdo un señor de edad que se encontró en un jardín... Ya estaba muy descompuesto, y al sacarlo, me pregunté qué hacía allí... Pero lo miré y le dije: "estoy haciendo esto por ti". Había desaparecido, y por fin los familiares pudieron descansar, y a pesar de saber que estaba muerto, representa un consuelo.

-¿Como ve la muerte?

-No pienso mucho... creo que sólo tengo claro que no quiero ser enterrado. Cuando era pequeño pensaba que estaría bien convertirme en una momia congelada como las que se han encontrado en los Alpes. Pienso más en lo que sentirán y cómo se quedará la familia. Lo que provocará mi muerte a la gente que queda. Sobre los entierros, actualmente hay de muchos tipos diferentes. Por ejemplo, ahora están de moda los ecológicos, que buscan que tu cuerpo se convierta en un árbol...

-¿Como para hacer compost?

-¡Sí! Además, en los Estados Unidos, hay la posibilidad de ser enterrado como una momia egipcia con pirámide y todo...

-En Las Vegas, seguramente...

-He visto de todo. Después hay la criogenización o, por ejemplo, unos velatorios como si fueran un McAuto: tú vas pasando con el coche por delante del muerto que descansa en una vitrina... A mí me gusta mucho estudiar las distintas costumbres funerarias. En muchas culturas, la muerte suele ser una gran celebración, alegre. El miedo a la muerte es muy de nuestra cultura.

-La muerte se vive diferente en todo el mundo.

-Totalmente. Y en el futuro, cambiará más todavía. Ahora ya hay una tendencia hacia el mundo virtual en que puedes simular hablar o interactuar con tus muertos, como un tipo de holograma. En todo caso, siempre es importante cerrar el círculo, y no siempre es fácil. A mí los cementerios me gustan mucho. En Oxford, por ejemplo, que es donde vivo, la gente va a hacer picnics o con el sandwich para comer al cementerio. Leen los nombres de las lápidas y, de este modo, como un tipo de oración, la gente se acuerda de la gente.